Primates en laboratorios

Cada año en los Estados Unidos más de 125,000 primates son confinados en laboratorios donde sufren de maltrato para después ser asesinados en experimentos invasivos, dolorosos y aterradores. Es bien sabido que los primates son seres sensibles e inteligentes que comparten muchas características importantes tanto biológicas como psicológicas con los humanos, son estos mismos atributos, desafortunadamente, los que los convierten en blancos perfectos para los científicos que los tratan como si fueran piezas desechables de equipo de laboratorio. Los Estados Unidos tienen la deshonrosa distinción de ser el único país en el mundo, además de Gabón, que continúa realizando experimentos invasivos en chimpancés.

Cómo llegan los primates a los laboratorios

Los primates que sufren de maltrato en experimentos son criados en establecimientos comerciales o del gobierno, nacen en laboratorios o son capturados en la naturaleza en países como China, Camboya o en la isla Mauricio.

Los bebés que nacen en laboratorios son arrebatados de sus madres por la fuerza y permanentemente separados de ellas en medio de alaridos de dolor, a menudo tan solo después de tres días de nacidos. Muchas investigaciones han revelado que para poder capturar primates en su ambiente natural, es común que los cazadores disparen a las madres cuando estas están en los árboles, estos utilizan rifles de dardos para aturdirlas y luego capturan a los bebés, quienes se aferran aterrorizados a los cuerpos de sus madres. Algunos traficantes de fauna silvestre capturan a familias enteras de primates en trampas con carnada. Los animales son hacinados dentro de minúsculas jaulas con poca o nula comida o agua y son llevados a lugares sucios, para más tarde ser apiñados en los compartimentos de carga de aviones de pasajeros para realizar largos y aterrorizantes viajes. Su destino: laboratorios o criaderos en Europa, Israel o en los Estados Unidos.

Privación

Después de sufrir la traumática separación de sus familias y de sus hogares, los primates en los laboratorios son generalmente confinados a vivir en jaulas inhóspitas de acero, estas jaulas no tienen punto de comparación con los frondosos bosques y sabanas donde solían vivir. En sus hábitats naturales, los primates pueden recorrer grandes distancias, buscar distintas variedades de comida, socializar con sus familias y con sus amigos, subir cuestas, saltar de una liana a otra, nadar en ríos, correr a lo largo de los campos y retozar con sus compañeros.

En los laboratorios, estos animales apenas tienen lugar suficiente para sentarse, pararse, acostarse o darse vuelta. Aquellos días ricos en estimulación sensorial que deberían estar disfrutando son reemplazados por días desprovistos de color, de olor y de casi cualquier otro tipo de enriquecimiento que tenían en su medio ambiente natural. Cuando mucho, a los primates en laboratorios se les dan juguetes baratos de plástico, espejos rayados y ocasionalmente una rebanada de manzana o de banana.

Soledad, aburrimiento y locura

Investigaciones muestran que el 90 por ciento de los primates en laboratorios exhiben un comportamiento anormal causado por el maltrato físico, el estrés psicológico, el aislamiento social y el confinamiento inhóspito al que son sometidos. Muchos enloquecen, balanceándose una y otra vez, moviéndose sin parar de un lado a otro en las jaulas y haciendo movimientos repetitivos como el dar volteretas hacia atrás. También realizan actos de automutilación, como arrancarse los pelos o morderse a ellos mismos.

Filmaciones en vídeo realizadas dentro de Covance, en la Universidad de Utah, y por el Oregon National Primate Research Center ilustran el alcance del nivel de locura al que llegan los primates cuando son completamente privados de la importante estimulación sensorial que tienen en su ambiente natural.

Dolor y miseria

Además de ser ignoradas sus necesidades y sus deseos más fundamentales, los primates confinados en los laboratorios son sometidos a procedimientos dolorosos y traumáticos, incluyendo los siguientes:

  • Pruebas farmacéuticas: En estas pruebas, a los primates les colocan gruesas sondas nasogástricas dentro de sus narinas o en sus gargantas para que las drogas experimentales puedan llegar a sus estómagos, a pesar de que la U.S. Food and Drug Administration reporta que las pruebas en animales tienen una desastrosa tasa del 92 por ciento de fracaso en la predicción de la seguridad y/o efectividad de los fármacos. La filmación captada en vídeo realizada por un informante dentro de Shin Nippon Biomedical Laboratories, revela la angustia y el trauma que padecen los monos usados en pruebas farmacéuticas.
  • Pruebas de vacunación: Los chimpancés y los monos rhesus son infectados con diferentes enfermedades y después son usados en pruebas de vacunas experimentales. A pesar de que estos experimentos han sido realizados por décadas en primates, han fracasado en producir vacunas efectivas para los humanos. Aún así, los monos siguen siendo infectados con enfermedades como el VIH, lo cual les provoca agudas pérdidas de peso, fallas graves en sus órganos, fallas respiratorias y desórdenes neurológicos antes de morir dolorosamente o de ser asesinados.
  • Experimentos militares y entrenamiento: En experimentos recientes realizados por los militares, los primates fueron expuestos al ántrax, infectados con botulismo y con la peste bubónica. Durante ejercicios arcaicos de entrenamiento para víctimas de ataques químicos, los cuales finalizaron después de las protestas realizadas por PETA, monos ardilla fueron envenenados con agentes nerviosos que les causaron convulsiones, a pesar de que los simuladores de pacientes humanos existen y brindan un entrenamiento más efectivo.
  • Experimentos de privación materna: Estos estudios extremadamente crueles comenzaron hace más de cinco décadas, cuando Harry Harlow, de un modo infame despojó a bebés primates de sus madres, dándoles solo muñecas de trapo o desagradables “madres” de alambre como sustituto. A pesar de que conocemos las implicaciones negativas de separar a los bebés de sus madres, experimentos similares son conducidos hoy en lugares como el Oregon National Primate Research Center,la Universidad Wake Forest, la Universidad de Wisconsin–Madison, y la Universidad de Washington, donde los bebés de los monos son arrancados de sus madres con la intención de causarles un trauma psicológico para después examinar el daño producido. En algunos estudios recientes indignantes, los investigadores observaron la relación entre la privación materna y su efecto sobre la lateralización (ser diestros o zurdos) de los bebés, o cómo afectó su conducta frente al consumo de alcohol posteriormente en sus vidas.
  • Experimentos invasivos de cerebro: En experimentos perturbadores, comunes en las universidades a través del país incluyendo la Universidad de Utah,la Universidad de California–San Francisco, y la Universidad de Washington, a los monos les perforan sus cráneos, les atornillan a sus cabezas dispositivos metálicos de inmovilización y les insertan electrodos en sus cerebros. Los investigadores de la Universidad de Columbia provocaron derrames cerebrales en babuinos al sacarles los globos oculares izquierdos y usaron estas cavidades oculares vacías para obstruir vasos sanguíneos de vital importancia que van a sus cerebros. A algunos animales les destruyen porciones de sus cerebro o les son extraídos para afectar sus funciones cognitivas o para incapacitarlos. Después, estos animales sensibles e inteligentes son sujetados en sillas de inmovilización y les son colocados pernos en sus cabezas, siendo obligados a realizar varias tareas de comportamiento mientras su actividad cerebral es grabada. Para obligar a los monos a cooperar, a veces se les priva de agua hasta por 24 horas en cada experimento. Cuando los experimentos concluyen, la mayoría de los animales son asesinados y sus cerebros son extraídos y diseccionados.