Más de 40.000 toros son bárbaramente masacrados cada año en plazas de toros en todo el mundo. Desde el momento en que entran a la plaza, pierden toda oportunidad. Pueden ser debilitados por golpes con bolsas de arena o con laxantes, o drogados, o tienen sus cuernos afeitados para perjudicarles el movimiento. A los toros les aplican vaselina en sus ojos para perjudicarles su capacidad de juzgar la distancia.
En una típica corrida de toros española, el toro entra en la arena y se le aproximan los picadores (hombres arriba de caballos con ojos vendados que disparan lanzas hacia los músculos del lomo y del cuello del toro). Esto le dificulta al toro subir su cabeza y defenderse. Las lanzas se retuercen y se cavan para asegurar una significativa pérdida de sangre.
Después los banderilleros entran caminando, distraen al toro y se mueven rápidamente alrededor de él mientras lanzan banderillas (palos de colores brillantes con puntas en forma de arpón en sus extremos) sobre el lomo del animal. Una vez que el toro se ha debilitado por la pérdida de sangre, los banderilleros corren en círculos alrededor del toro hasta que termina mareado y deja de perseguir.
Finalmente, aparece el matador y luego de provocar algunos ataques exhaustos por parte del animal moribundo, trata de atacar al toro con su estoque. Si le erra y solo llega a mutilar al animal aún más, un ejecutor es llamado para darle la estocada final al toro exhausto y sumiso hasta que muera. Se supone que el estoque corta la espina dorsal del animal, pero también se le puede errar, dejando al animal consciente pero paralizado mientras es encadenado por sus cuernos y arrastrado fuera de la arena.
Si la muchedumbre está contenta con el matador, se cortarán las orejas y cola del toro y se presentarán como trofeos. Luego de unos minutos, otro toro entra a la arena y el ciclo sádico recomienza.
La industria turística es una de los mayores adeptos a las corridas de toros. Los agentes de viajes y promotores de corridas de toros describen a las corridas como una competición festiva y atractiva. No le dicen a los turistas que el toro nunca tiene oportunidad de defenderse, y mucho menos de sobrevivir. La mayoría de los visitantes extranjeros que presencian una corrida de toros salen asqueados, disgustados y entristecidos por la crueldad del espectáculo y no quieren volver a ver otra corrida nunca más.
El encierro de los toros
El turismo también mantiene vigente al cruel encierro de toros en Pamplona en España. Los toros permanecen apiñados en espacios cerrados y oscuros, y cuando son punzados con descargas eléctricas para que salgan a las calles, se enceguecen momentáneamente por la luz del sol. Los hombres corren y les pegan a los animales con diarios enrollados y les retuercen sus colas. Los animales en pánico a menudo resbalan y caen en las esquinas y se estrellan contra las paredes, rompiéndose los huesos y lesionándose. La mayoría de los turistas no sabe que todos los toros serán posteriormente matados en la plaza de toros.
Oposición a las corridas de toros
La oposición a las corridas de toros va en aumento. En abril de 2004, el Ayuntamiento de la ciudad de Barcelona declaró a Barcelona ciudad antitaurina en un intento por eventualmente prohibir este deporte primitivo y sangriento, y en noviembre de 2008, la Iniciativa Verde de Cataluña, que es uno de los tres partidos políticos principales en Cataluña, resolvió oponerse a las corridas de toros y a otras formas de crueldad hacia los animales. En total, 52 municipios catalanes se han declarado antitaurinos, y se envió una moción al Parlamento catalán que podría ampliar las leyes de crueldad animal para incluir las corridas de toros. Según una encuesta de Ipsos MORI de 2013, más del 70 por ciento de los españoles no tiene interés en asistir o apoyar a las corridas de toros y más de tres cuartos se opone a la utilización de recursos públicos para apoyar a la industria de las corridas de toros.
Corridas de toros portuguesas “sin sangre”
A pesar del nombre, las corridas de toros “sin sangre” de Portugal son todo menos sin sangre. El toro es apuñalado con banderillas por un matador a caballo, causándole heridas profundas y una pérdida significativa de sangre. El toro es luego atormentado por ocho forcados, siete de los cuales agarran la cabeza del animal mientras que el octavo tira de la cola, eventualmente frenando al exhausto animal. El toro es entonces arrastrado fuera de la arena y dejado sangrando esperando su matanza, unas horas o mismo días después.
Caballos en corridas de toros
Los toros no son las únicas víctimas de las corridas de toros. Los caballos son usados para llevar gente con lanzas y otras armas para apuñalar al toro y debilitarlo. A los caballos utilizados en las corridas de toros se les vendan los ojos y a veces se les rellenan sus orejas con papel de periódico húmedo para que no se espanten por el toro que viene a la carga o por el ruido de la multitud. Estos animales son a menudo desgarrados mientras los jinetes los fuerzan a moverse cerca de los toros aterrorizados que tratan de protegerse a sí mismos. Aproximadamente 200 caballos son matados cada año en corridas de toros en todo el mundo.