Los establecimientos con mamíferos marinos forman parte de una industria de miles de millones de dólares construida sobre el sufrimiento de seres sociables e inteligentes a los que se les niega todo lo que es natural e importante para ellos.
En su naturaleza, las orcas y miembros de otras especies de delfines viven en grupos grandes, socialmente intrincados, y nadan hasta 100 millas diarias en el océano abierto. En acuarios y parques marinos, estos animales pueden solo nadar en círculos sin fin en recintos que para ellos son como tinas de baño y no pueden comportarse naturalmente. Son forzados a realizar trucos tontos por alimento y son frecuentemente arrancados de sus miembros familiares mientras son transportados entre parques. El crónico estrés del cautiverio debilita sus sistemas inmunológicos, causándoles la muerte antes que a aquellos que están en su naturaleza (a pesar de que están a salvo de los predadores y reciben comidas regulares y atención veterinaria).
Familias destrozadas
Cientos de mamíferos marinos, incluyendo al original Shamu, han sido tomados de las aguas de los Estados Unidos y ubicados en acuarios y en parques temáticos. Aunque los parques y zoos estadounidenses no han capturado delfines en su naturaleza desde 1993, es aún legal para ellos hacerlo. Otros países continúan sacando delfines y ballenas de la naturaleza, particularmente del Caribe, donde las atracciones de nadar con delfines se han convertido en algo cada vez más popular.
Capturar a apenas un solo delfín en la naturaleza afecta a todo el grupo. En la naturaleza , las hembras pasan todas sus vidas con sus madres y hermanas dentro del grupo familiar. Se comunican entre ellas a través de silbidos y lenguaje corporal. Los delfines nadan juntos en grupos familiares o en tribus de a cientos.
Para obtener un delfín hembra en edad de reproducción, los traficantes de animales persiguen al grupo y lo llevan hacia aguas poco profundas donde los animales son rodeados con redes que se van cerrando gradualmente y son luego subidas a embarcaciones. Los delfines no deseados son devueltos al agua. Algunos mueren de shock o estrés, y otros ceden lentamente a la neumonía cuando el agua ingresa a sus pulmones a través de sus espiráculos. Las hembras preñadas a veces abortan espontáneamente a sus bebés. Los delfines que escapan a la captura se desesperan al ver a sus compañeros capturados y mismo pueden intentar salvarlos.
Las consecuencias trágicas del cautiverio
Además de la evidencia incuestionable de la crueldad y de la inconveniencia de sacar animales de su hábitat natural y de sus comunidades, mantener a los delfines en cautiverio los condena a vivir como meras atracciones en los parques temáticos y en centros turísticos, donde son forzados a realizar trucos tontos por comida frente a una gran cantidad de gente gritona. Son obligados a nadar con turistas, a menudo alimentados por ellos y acariciados por buscadores de curiosidades. Sin embargo, la mayoría de las veces son obligados a nadar en círculos sin fin en tanques de concreto minúsculos e inhóspitos.
Las orcas y otros delfines navegan por ecolocalización, pero en los tanques, las reverberaciones de su propio sónar rebota contra las paredes, volviéndolos locos. El mundialmente renombrado oceanógrafo Jean-Michel Cousteau comparó la manutención de orcas en tanques con “una persona con una venda en los ojos en una celda en prisión”.
Los entrenadores obligan a los mamíferos marinos a aprender trucos, a menudo suspendiéndoles el alimento y aislando a los animales que se niegan a actuar. Una entrenador de Hersheypark renunció porque vio “una cantidad de animales frustrados que morirían de úlceras”. Un biólogo conductista de mamíferos marinos en Seattle dice que los delfines cautivos demuestran una variedad de conductas relacionadas con el estrés como traumas autoinfligidos, vómitos inducidos y agresividad. Se ha informado que algunos delfines cautivos se han quitado la vida golpeando sus cabezas contra los costados de las piletas o negándose a salir a la superficie para buscar aire.
Las investigaciones demuestran que los delfines cautivos tienen mayores tasas de mortalidad que los delfines en la naturaleza, mismo teniendo atención médica regular y un ambiente libre de predadores. Las orcas salvajes pueden vivir por décadas (ha sido documentado que algunas han vivido hasta más de 90 años), pero en SeaWorld, 22 orcas murieron entre 1986 y 2010 – un promedio de casi una por año – y ni una murió de vieja. Sus muertes fueron causadas por trauma severo, gangrena intestinal, neumonía hemorrágica aguda, abscesos pulmonares, enfermedad crónica de riñón, falla cardiovascular crónica, septicemia e influenza.
El problema con los programas ‘interactivos’
Los tanques donde se tocan a los delfines y los programas “nadar con”, permiten al público acariciar, besar y hasta “montar” delfines. Tales programas invaden los mundos de los animales que ya están disminuidos, y son indiscretos, peligrosos y estresantes para los animales, así como para los participantes humanos.
Los animales en “piscinas para acariciar” pueden lastimarse y ponerse ansiosos como resultado de ser constantemente tocados y empujados, y la exposición a las bacterias a las cuales no son inmunes, pueden enfermarlos. Los delfines también expresan su frustración a menudo a través de la agresión. SeaWorld ha sido citado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos por varias instancias en las cuales miembros del público han sido heridos en las piscinas donde acariciaban delfines en las instalaciones.
Mismo los programas que le dejan a la gente nadar con delfines salvajes, son a menudo tan invasivos que se convierten en perjudiciales para los animales. Barcos y nadadores frecuentemente persiguen, bloquean, se acercan, lesionan y atemorizan a los animales, alterando su comportamiento en cuanto a alimentación natural, a descanso, a traslado y a juegos.
Pobres regulaciones gubernamentales
Los mamíferos marinos en acuarios tienen poca protección federal, y las pocas leyes que existen son a menudo ignoradas. El Sun-Sentinel de Florida informó que el gobierno federal “ha permitido que los violadores continúen operando durante años, aún después de haber documentado agua contaminada, inanición o muertes” y “hace poco por hacer cumplir leyes y raramente multa o cierra instalaciones”. Como resultado, los acuarios y los parques temáticos tienen poco incentivo en arreglar los problemas, mejorar las condiciones o cumplir con los requisitos de reporte.
Dejar libres a los delfines
Un estudio de 2010 efectuado por la profesora Lori Marino en la Universidad Emory en Atlanta usó resonancias magnéticas para hacer un esquema mental de los cerebros de los delfines y compararlos con los de los primates, y concluyó que los delfines ocupan el segundo lugar luego de los humanos en inteligencia. Al menos dos científicos recomiendan que a los delfines se les de el mismo status que a los humanos. Otros estudios revelaron que los delfines tienen distintas personalidades, pueden pensar sobre el futuro y tienen un fuerte sentido de sí mismos y que nuevos comportamientos son transmitidos de un delfín a otro.
La gente en todo el mundo está reconociendo que los delfines, las orcas y otros cetáceos no deben permanecer en cautiverio. Boicots de consumidores han obligado a que todas las exhibiciones de mamíferos marinos cierren en Inglaterra. Israel y Australia prohíben la importación de delfines para entretenimiento. Los planes de construcción de un tanque para delfines en un centro marino de Virginia fueron abandonados luego de una amplia protesta pública
Qué puedes hacer
No visites parques ni zoos que mantengan mamíferos marinos en cautiverio. Alienta a tu acuario local a crear más espacio para rehabilitación (y puesta en libertad) de fauna, rechazando la crianza de más animales. Si encuentras en ellos malas condiciones, contacta al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
Puedes también entregar volantes en el parque, escribir cartas a editores de publicaciones locales, presionar a autoridades para que eviten subsidiar estas instalaciones con dinero de los contribuyentes, y apoya toda legislación que prohíba la captura o que restrinja la exhibición de mamíferos marinos.