La industria del huevo

Las 280 millones de gallinas usadas cada año para obtener sus huevos, llamadas por la industria “gallinas ponedoras”, padecen una pesadilla que dura dos años.

Tan solo apenas unos días después de haber nacido, una gran parte de sus picos es cortada con una cuchilla ardiente sin suministrarles analgésicos. Muchas aves — que no pueden comer por el dolor — mueren por deshidratación y por sus débiles sistemas inmunológicos.

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Después de padecer estas mutilaciones, las gallinas son metidas en diminutas jaulas de alambre en batería, que miden aproximadamente 18 por 20 pulgadas y albergan de cinco a 11 gallinas, extendiendo sus alas, cada gallina tiene una envergadura de 32 pulgadas. En el mejor de los casos, cada gallina pasará el resto de su vida hacinada en un espacio del tamaño aproximado de un cajón de archivero con otras cuatro gallinas, incapaces de levantar siquiera una sola ala.

Las aves están hacinadas tan estrechamente, que estos animales usualmente limpios se ven obligados a orinar y defecar unos sobre otros. En estos sucios y estrechos galpones el hedor a amoníaco y heces flota pesadamente en el aire, y las enfermedades se extienden sin control. Muchas aves mueren y las que sobreviven a menudo son forzadas a permanecer en la jaula junto a sus compañeras muertas y moribundas cuyos cuerpos, a menudo, se dejan pudrir.

Para maximizar la producción de huevos la luz en los galpones es manipulada constantemente. Periódicamente, cada dos semanas a la vez, las gallinas son alimentadas solo con alimento bajo en calorías. Este proceso provoca un ciclo extra de puesta de huevos.

Los pollitos macho no tienen valor para la industria del huevo, así que cada año millones de ellos son lanzados dentro de bolsas de basura para asfixiarlos o son lanzados dentro de trituradoras de alta velocidad llamadas “desmenuzadores” mientras están aún con vida.

Luego de dos años en estas condiciones, los cuerpos de las gallinas terminan agotados y su producción de huevos cae. Estas gallinas “gastadas” son enviadas a mataderos, donde sus frágiles patas son encadenadas a grilletes y se les corta el cuello. En el momento en que son enviadas al matadero, aproximadamente el 29 por ciento de las gallinas sufren de huesos rotos debido a la negligencia y al trato brusco. Sus cuerpos demacrados están tan dañados que su carne generalmente solo puede ser usada para sopa de fideos con pollo, comida para animales de compañía o carne “enlatada, deshuesada y en trozos”, mucha de la cual va al National School Lunch Program (Programa Nacional de Almuerzos Escolares).

La buena noticia es que quitar los huevos de tu dieta es más fácil que nunca. Hoy en día existe una gran variedad de opciones deliciosas y humanitarias sin huevo.