VIDEO INVESTIGACIÓN: NIH CONVIERTE A MONOS BEBÉ EN ENFERMOS MENTALES AL SEPARARLOS DE SUS MADRES

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8 de septiembre de 2014

VIDEO INVESTIGACIÓN: NIH CONVIERTE A MONOS BEBÉ EN ENFERMOS MENTALES AL SEPARARLOS DE SUS MADRES

Se pensaba que el sumamente controversial y criticado maltrato a monos bebé  había terminado hace décadas: Goodall y otros científicos quieren que se detenga ahora

Bethesda, Md – Más de medio siglo después de que el infame Harry Harlow mostrase por primera vez que los monos bebé que son arrebatados de sus madres sufren de sicosis, PETA se dispone a publicar horas de imágenes en video que revelan que cientos de monos bebé todavía son privados de sus madres y sometidos a aislamiento social y a experimentos psicológicos traumáticos – dirigidos por un discípulo de Harlow en el laboratorio del Instituto Nacional de Salud (NIH) en Poolesville, Maryland.

Respaldada por científicos eminentes, entre ellos el Dr. Jane Goodall, PETA exige el cese inmediato del proyecto de 30 años que ha recibido $30 millones en fondos fiscales tan solo en los últimos siete años y que está aprobado para continuar hasta el 2017 – aun cuando expertos en salud mental coinciden en que éste nunca ha conducido al desarrollo o mejora de los tratamientos para la enfermedad mental en humanos.

Cientos de horas de video y cientos de fotografías y documentos del NIH obtenidos por PETA a través de una controvertida solicitud bajo la Ley de Libertad de Información, indican que 60 monos son criados cada año para hacerlos propensos a depresión y a otras enfermedades mentales. La mitad es separada de sus madres al nacer, nunca regresan, y es sometida a años de experimentos angustiosos e incluso dolorosos en el NIH – todo diseñado para causar, empeorar y medir la ansiedad severa, el miedo, la agresión, la depresión y las enfermedades psicológicas de los monos.

Los vídeos del NIH obtenidos por PETA– de los cuales PETA revela hoy un extracto – describen experimentos recientes como estos:

  • Bebés eran inmovilizados dentro de jaulas pequeñas y aislados en “cámaras de susto”. A continuación, los científicos deliberadamente los asustaban con ruidos fuertes y potentes ráfagas de aire, haciéndolos gritar y tratar de ocultarse o escapar.
  • Bebés eran enjaulados con sus madres, quienes estaban sedadas con químicos y colocadas en un asiento de coche. Los bebés aterrados gritaban, lloraban y sacudían frenéticamente a sus madres inertes. En un caso, se puede escuchar a los científicos reír mientras una madre luchaba por permanecer despierta para consolar a su hijo perturbado.
  • Los bebés son colocados solos en jaulas pequeñas y son atemorizados intencionadamente por la presencia amenazante de un hombre enmascarado que los mira fijamente, mientras ellos se encogen de miedo y gritan.

A medida que crecen, se obliga a algunos monos a alcoholizarse, lo que hace que sus síntomas sean más severos. Muchos de los monos son asesinados antes de los 8 años de edad.

Aproximadamente 200 monos de diferentes edades están siendo utilizados en estos estudios en el NIH, llevados a cabo en colaboración con académicos de otras instituciones, entre ellas la Universidad de Maryland, la Universidad Wake Forest y la Universidad McGill.

“Los monos son sometidos a lo que considero experimentos inhumanos en un laboratorio de Maryland que es financiado con dinero público”, dijo la Dra. Jane Goodall, DBE, experta en primates de renombre mundial. “Estoy conmocionada y entristecida de que esto sea así”.

“Los experimentos de privación materna en monos bebé son un ejemplo modelo de investigación psicológica sin ética, y tienen que cesar”, dice el Director de PETA, Justin Goodman. “Estamos en la época de la imaginología cerebral y de la investigación superior en humanos que nos permite estudiar las causas y los tratamientos de la enfermedad mental en los seres humanos sin aterrorizar a animales en experimentos traumáticos”.

Un examen amplio realizado por PETA y expertos independientes en siquiatría, sicología, antropología y primatología, muestra que estos experimentos no han contribuido al tratamiento de seres humanos y que hay disponibles investigaciones más relevantes con métodos basados en humanos. PETA ha presentado un informe detallado de estos hallazgos a la dirección del NIH.

El video de alta calidad, la carta de PETA al NIH y las declaraciones de los científicos expertos están disponibles. Para obtener más información, por favor visite PETALatino.com.

 

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English Version

Highly Controversial, Much-Criticized Abuse of Baby Monkeys Was Thought to Have Ended Decades Ago: Goodall, Other Scientists Want It Stopped Now

For Immediate Release:
September 8, 2014

Bethesda, Md. – More than a half-century after the infamous Harry Harlow first showed that infant monkeys who are torn away from their mothers suffer from psychoses, PETA is releasing video footage revealing that hundreds of baby monkeys are still being subjected to maternal deprivation, social isolation, and traumatic psychological experiments—led by a Harlow protégé at a National Institutes of Health (NIH) laboratory in Poolesville, Maryland.

Backed by prominent scientists, including Dr. Jane Goodall, PETA is calling for an immediate end to the 30-year-old project that’s received $30 million from tax funds in just the past seven years and is approved to continue through 2017—even though mental-health experts concur that it’s never led to the development or improvement of treatments for human mental illness.

Hundreds of hours of videos and hundreds of photographs and documents obtained by PETA from the NIH through a contested Freedom of Information Act request show that as many as 60 monkeys are bred every year to be prone to depression and other mental illness. Half are taken from their mothers at birth, never returned, and subjected to years of deeply distressing and even painful experiments at NIH—all designed to cause, worsen, and measure the monkeys’ severe anxiety, fear, aggression, depression, and psychological illnesses.

NIH videos obtained by PETA—an excerpt of which PETA is releasing today—depict recent experiments such as these:

  • Infants were restrained inside tiny cages and placed in isolation in “startle chambers.” Experimenters then deliberately scared the babies with loud noises and powerful bursts of air, causing them to cry out and try to hide or escape. But they cannot.
  • Infants were caged with their mothers, who were chemically sedated and placed into a car seat. The terrified babies screamed and cried and frantically shook their unresponsive mothers. In one case, experimenters can be heard laughing while a mother struggles to remain awake in order to comfort her distraught child.
  • Infants are placed alone in small cages and intentionally terrified by the threatening presence of a masked human who stares at them while they cower and scream.

As they age, some monkeys are forcibly addicted to alcohol, which makes their symptoms more severe, and many of the monkeys are killed before the age of 8.

Approximately 200 monkeys of various ages are currently being used in these studies at NIH, which are being conducted in collaboration with faculty from other institutions, including the University of Maryland, Wake Forest University, and McGill University.

“Monkeys are being subjected to what I consider inhumane experiments at a laboratory in Maryland that is funded by public money,” said world-renowned primate expert Dr. Jane Goodall, DBE. “I am shocked and saddened that this is so.”

“Maternal deprivation experiments on baby monkeys are a textbook example of unethical psychological research, and they need to stop,” says PETA Director Justin Goodman. “We’re in the age of brain imaging and superior human-based research that allows us to study the causes and treatments of mental illness in humans without terrorizing animals in traumatic experiments.”

A comprehensive review conducted by PETA and independent experts in psychiatry, psychology, anthropology, and primatology shows that these experiments haven’t contributed to our treatment of human beings and that more relevant research with human-based methods are available. PETA has submitted a detailed report of these findings to NIH leadership.