Por décadas, innumerables gatos han sido encerrados, mutilados y asesinados en crueles e inútiles experimentos llamados “sound localization” (localización de sonidos) en la Universidad de Wisconsin-Madison (UW).
Cuando PETA se enteró de que investigadores de UW tomaron fotografías para documentar este maltrato animal, exigimos que la escuela las mostrara. Sabiendo que el público se indignaría si la verdad saliera a la luz, la UW peleó para mantener su crueldad en secreto por más de tres años, pero una exitosa demanda legal de PETA obligó a la universidad a mostrar las imágenes. Ahora PETA ha obtenido docenas de perturbadoras fotografías inéditas que muestran la miserable vida y muerte de una hermosa gata naranja atigrada llamada Double Trouble (Doble Problema), quien fue torturada por meses en estos experimentos.
De acuerdo con registros obtenidos por PETA, Doble Trouble fue sometida a cirugías invasivas en sus oídos, cráneo y cerebro. En la primera operación, un poste de acero inoxidable fue atornillado a su cráneo, de manera tal que su cabeza pudiese ser inmovilizada durante los experimentos. En la cirugía siguiente—la cual se muestra en las fotografías—los investigadores perforaron su cabeza y cráneo y aplicaron una sustancia tóxica a sus oídos internos con el objeto de ensordecerla. Durante esta cirugía los investigadores también implantaron dispositivos eléctricos en la profundidad de ambos oídos.
Los registros muestran que el efecto de la anestesia en Double Trouble se disipó durante la cirugía y despertó, a lo que fue probablemente una dolorosa y horrible experiencia, mientras que los investigadores perforaban su cabeza y cráneo. Otro gato en el mismo laboratorio también despertó en medio de una cirugía similar.
Después de las cirugías, Double Trouble fue sometida a sesiones de experimentos donde su cabeza fue sujetada con tornillos, inmovilizada en una bolsa de nailon y forzada a escuchar sonidos procedentes de diferentes direcciones. Double Trouble estuvo privada de comida por muchos días antes de estas sesiones con el objeto de obligarla a cooperar a cambio de un bocado de comida.
La salud de Double Trouble se deterioró rápidamente. Los registros dicen que presentó convulsiones, lo que las notas clínicas indicaron como una “señal neurológica”. Su cara se paralizó parcialmente y la herida en su cabeza hecha por los investigadores durante la cirugía jamás sanó. Más de tres meses después de su última cirugía, los registros describieron su herida como “abierta, húmeda con una secreción de sangre purulenta, [con] moderada inflamación”.
La herida de Double Trouble tuvo como consecuencia una infección bacteriana resistente a antibióticos, pero los investigadores la obligaron a soportar casi dos meses más en esta miseria. Uno de los últimos registros de Double Trouble indicó que ella “parece … deprimida”. Al final, los investigadores notaron que estaba demasiado enferma para continuar y que los dispositivos implantados no funcionaron, así que fue asesinada y decapitada para poder disecar su cerebro. Un ex veterinario de UW-Madison quien supervisó el tratamiento de Double Trouble y de otros gatos usados en este laboratorio recién publicó una carta confirmando este abuso, indicando que muchos de los gatos “sufrieron de manera innecesaria”.
Los investigadores justificaron el uso de 30 gatos al año no diciendo que los experimentos conducirían a mejorar la salud humana sino más bien manifestando que necesitaban “mantener un registro productivo de publicaciones que asegure nuestro constante financiamiento”.
Sin embargo, ningún artículo evaluado por expertos ha sido publicado en ninguna revista científica como resultado del sufrimiento que Double Trouble soportó. Correspondencia entre investigadores de UW y colaboradores reconocen que hubo un problema con la cirugía de Double Trouble. El experimento fue un fracaso.
Motivado por una queja de PETA, el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) inspeccionó el laboratorio de UW y confirmó que había un “patrón de infecciones recurrentes” y que todos los gatos descritos por PETA en su denuncia habían sido “diagnosticados con infecciones crónicas”. El USDA notó que algunos gatos habían muerto por las infecciones y que a una gata llamada NJ incluso se le había tenido que remover un ojo después de haberle implantado un espiral de metal que le causo una grave infección. Durante esta investigación, el USDA también llamó a juicio a la UW por violación al Animal Welfare Act (Ley de Protección Animal) debido a que una gata llamada Broc fue quemada tan severamente con una fomentera, que necesitó cirugía. Un reporte aparte hecho por el National Institutes of Health, en respuesta a las denuncias de PETA, encontró que la UW no tomó las medidas adecuadas para evitar ni proveer tratamiento para las infecciones en las heridas abiertas y supurantes de los cráneos de los gatos y que la justificación de la universidad para el uso de los gatos y el número de gatos fue inadecuada. La agencia tomo la medida extraordinaria de ordenar al laboratorio detener los experimentos por seis meses e implementar importantes reformas.
Este cruel e inútil experimento es parte de un gran proyecto en desarrollo que ha recibido más de $3 millones en impuestos a través del National Institutes of Health con el propósito de entender cómo el cerebro determina la ubicación de un sonido. Pero investigadores en prestigiosas instituciones alrededor del mundo utilizan ya modernos métodos con humanos voluntarios para investigar esta cuestión.
Puedes ayudar a otros gatos como Double Trouble haciendo clic abajo y uniéndote a PETA para pedir al NIH que pare de financiar estos crueles e inútiles experimentos.