Nosotros no serviríamos a nuestros perros para la cena—pero ¿qué es lo que tienen nuestros perritos que los cerdos no? Cualquiera que haya pasado tiempo cerca de los cerdos puede dar fe de que son tan cariñosos, inteligentes y capaces de sentir dolor y sufrimiento como nuestros compañeros caninos. Entonces, ¿por qué llamamos a uno “amigo” y al otro “comida”?
Traer a casa tocino y otras carnes significa una muerte segura para cerdos y otros animales adorables, inteligentes y sociables. Si se les da la oportunidad y se les entrena, los cerdos pueden jugar ciertos juegos computarizados casi tan bien como estudiantes universitarios, encender las luces y la calefacción en un granero, y desempeñar muchas otras actividades sofisticadas. Los cerdos—animales inteligentes, inquisitivos, y agradables de carácter—pueden ser leales, juguetones, compañeros cariñosos y es sabido que han salvado a personas de ahogarse; sin embargo la gente no devuelve el favor, y muchos que no podrían soportar la sola idea de comer a sus perros consumen habitualmente carne de cerdo.
Algunos podrían preguntarse: “Los cerdos son criados para comida, así que ¿qué hay de malo en comérselos?” Pero, por supuesto, en muchos países asiáticos podríamos plantearnos la misma pregunta acerca de los perros. La biología básica nos dice que ser criados para un fin determinado no cambia la capacidad de un animal para sentir dolor, miedo o tristeza. Los animales que se crían para el consumo humano aún sufren mucho en las manos de los agricultores industriales y los trabajadores de los mataderos.
In a Pig’s Eye (En los Ojos de un Cerdo)
Como Karl Schwenke señala en su clásico libro de 1985, In a Pig’s Eye (En los Ojos de un Cerdo),
‘Los cerdos son animales gregarios. Como los niños, ellos prosperan con el afecto, disfrutan de los juguetes, tienen un corto periodo de atención y se aburren fácilmente’. Él reporta que cuando los cerdos fueron puestos en un pequeño corral, como sucede en la mayoría de las granjas, su mundo instantáneamente se redujo a sí mismos, a la comida, y al chiquero, y a medida que crecían su mundo se hizo cada vez más pequeño. El tedio de su existencia pronto se hizo evidente: eran letárgicos, mostraban orejas rasgadas, tenían sus colas caídas, y rápidamente adquirieron esa mirada de ojos apagados que los criadores de cerdos asocian con cerdos de cría de seis o siete años de edad’.
— Jeffrey Moussaieff Masson, autor de The Pig who Sang to the Moon: The Emotional World of Farm Animals (El Cerdo que Cantaba a la Luna: El mundo Emocional de los Animales de Granja)
En las granjas industriales, a las hembras ya no se les permite ser las buenas madres que serían por naturaleza. En su lugar, se les trata como inanimadas “máquinas de carne”, comprimidas en estrechos establos metálicos apenas más grandes que sus cuerpos, y se les mantienen constantemente embarazadas o amamantando. Sin poder moverse, las mamás cerdas no pueden ni siquiera acariciar con sus hocicos a sus lechones. Las colas de los cerditos son cortadas y sus dientes son partidos con alicates—y los machos castrados— todo sin analgésicos. Al final de sus miserables vidas, consiguen su primera bocanada de aire fresco, en su camino al matadero. Por último, se les cuelga de cabeza hasta que mueren desangrados, a menudo, de acuerdo con los trabajadores del matadero y a inspectores del Departamento de Agricultura de EE.UU., mientras todavía están conscientes y gritando.
Las personas que se toman el tiempo para de verdad aprender sobre los cerdos se dan cuenta de que no son máquinas carentes de emoción cuyas vidas son una etapa inconveniente en el camino a nuestras mesas. Ellos son seres vivos que respiran y sienten y que quieren vivir sus vidas libres de sufrimiento, así como lo hacen nuestros leales perros y gatos.
¡La mayor diferencia entre los cerdos y los perros es la forma en que los tratamos! A pesar de que los cerdos son seres altamente inteligentes, seres sensibles que sienten el dolor tanto como lo sentimos nosotros, la agricultura industrial les considera en términos de “insumos”, “productos”, y ganancias. Al igual que a muchos otros animales criados en granjas industriales, a los cerdos ni siquiera se les perciben como seres vivos. Más bien, estos animales, que se horrorizan ante la vista y los olores del matadero y que lucharán para salvar sus vidas, son tratados como meras unidades de producción en una línea de ensamblaje.
En algunas culturas, la gente come perros, y algunas personas comen cerdos, pero con un universo de comidas vegetarianas de donde escoger, ya es hora de que dejemos a los animales fuera del menú. La mejor manera de mostrar a todos los animales verdadero respeto es dejando de comerlos. Haz clic acá para aprender cómo puedes dejar el cerdo fuera de tu plato y adoptar una saludable y humana dieta vegetariana.
Echa un Vistazo a Estos Hechos sobre los Cerdos
- Los cerdos sueñan y ven en colores.
- Los cerdos superan a los niños humanos de 3 años de edad en pruebas cognitivas y son más inteligentes que cualquier animal doméstico, y expertos en animales los consideran más aptos para ser entrenados que los gatos o los perros.
- Los cerdos son naturalmente delgados. Solamente engordan cuando los humanos los sobrealimentan.
- Los cerdos son sociables. A ellos les gusta abrazar y acurrucarse, nariz con nariz, unos con otros mientras duermen.
- En la naturaleza, los cerdos viven en sociedades matriarcales, como lo hacen los elefantes.
- A los lechones les encanta corretearse, jugar a la pelea, y rodar colina abajo.
- Los cerdos pueden ser quisquillosos para comer: Cuando se les da la misma comida, una y otra vez, incluso sus favoritas como el melón o el plátano, la pondrán a un lado y comerán su otra comida primero. Cuando se les ofrece un nuevo alimento, no se lo engullen, como un perro lo haría, sino que lo huelen con delicadeza, mientras deciden si le darán una probada.
- Los cerdos son higiénicos. Cuando se les da la oportunidad, son más exigentes que la mayoría de los perros acerca de sus hábitos de saneamiento. Al menos que estén encerrados en una jaula de una granja industrial, ellos jamás defecarían en cualquier lugar cercano al espacio donde viven.
- Los cerdos se revuelcan en el barro para refrescarse y protegerse de los parásitos y las quemaduras solares, al igual que lo hacen los elefantes.