Solo pueden caminar de un lado al otro, ladrar incesantemente a la gente de la calle, tomar siestas interminables y añorar compañía y cariño. No tienen con quien jugar, nadie que trate sus condiciones médicas y a menudo pasan días sin agua ni comida. En muchas comunidades de Latinoamérica puedes llegar a ver perros ladrando y corriendo de un lado a otro sobre las azoteas. Es común en esta región mantener a los más leales animales de compañía en el reducido espacio de una aburrida azotea.
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Ahí viven, expuestos al ardiente sol y a las bajas temperaturas de la noche las 24 horas del día, siete días a la semana. Solos, sin juegos recreativos ni compañía, estos animales sociales pueden volverse agresivos por la falta de interacción social, por lo que sus dueños podrían temerles y abandonarlos por completo.
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Los perros añoran tener compañía, disfrutan de jugar y necesitan caminar y ejercitarse a menudo. Pero en las azoteas son olvidados y abandonados, obligados a comer, dormir y defecar en el mismo pequeño y sucio espacio. En muchos casos, los dueños se cansan de cuidarlos y no les proveen alimento adecuado, agua, ni atención veterinaria.
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¡Además de Cruel, Mantenerlos en Azoteas Puede Ser Peligroso!
Muchos sufren heridas tras caer o saltar al vacío y aquellos que están encadenados o atados, podrían ahorcarse y morir. No tienen en donde refugiarse de las temperaturas extremas, por lo que no es difícil que sucumban ante la deshidratación o la hipotermia. Debido a la falta de estimulación social y compañía, a menudo caminan de un lado a otro incesantemente, lo cual es un signo claro de estrés psicológico.