Su nombre era Lady, pero no tenía la vida de una Bridgerton.
Encadenada a la intemperie las 24 horas del día en un espacio lleno de lodo que le llegaba a los tobillos cuando llovía, lo más parecido que tenía Lady a una mansión era una casa para perros hecha para ella por PETA.
Se invirtió mucho amor en la construcción de su casa para perros, pero los trabajadores de campo de PETA que la visitaban con regularidad sabían que no había juguetes, golosinas, cama de paja ni rascados en las orejas que pudieran reemplazar un hogar con una familia amorosa.
El constante confinamiento solitario comenzó a causarle un daño emocional a Lady. Se volvió tan asustadiza, incluso con los trabajadores de campo de PETA que no le mostraban más que afecto, que se agazapaba de miedo, incapaz de reunir el valor para levantarse.
En algunas visitas, se negaba a salir de su casita, sin importar cuánto intentaran convencerla y persuadirla los trabajadores de campo. Ellos temían que, si esto se prolongaba, Lady podría quedar tan emocionalmente afectada que nunca volviera a confiar en la gente.
Pero se negaron a darse por vencidos, y un día su dueño finalmente cedió y acordó permitir que PETA la colocara en una familia que la trataría como a una verdadera lady.
La vida de Lady cambió por completo en su nuevo hogar (donde se acuesta en el sofá, lidera su nueva “manada” en los paseos e intercambia besos tiernos con los miembros de la familia), y también su nombre. Su guardián de 8 años la ha bautizado como “Wolfie von Fluffer Bottom”, una nueva identidad aristocrática que ha adoptado con entusiasmo mientras deja atrás su pasado.
PETA alienta a las personas a que permitan que sus compañeros caninos vivan dentro de casa, donde puedan sentirse seguros, cálidos y amados. Por favor, fíjate en los “perros de patio trasero” como Lady y alerta a las autoridades si sospechas que a algún perro se le está privando de comida, agua o refugio adecuados (o que está siendo descuidado o maltratado de algún otro modo).
Escrito por Alisa Mullins