Tilikum, la orca más explotada de SeaWorld, ha muerto

Tilikum la “estrella” de Blackfish, el documental condenatorio acerca de las crueles prácticas de SeaWorld que consisten en arrebatar a orcas silvestres lejos de sus familias y luego reproducirlas en cautiverio, ha muerto después de décadas de explotación dentro de la abusiva industria de explotación de mamíferos marinos.

Fue capturado en su hogar en el océano y encerrado en una pequeña celda de concreto, cien millones de veces más pequeña que el espacio en su hogar donde hubiera vivido si hubiera permanecido libre. No solo fue obligado a realizar trucos sin sentido a cambio de alimento, también fue manipulado sexualmente, su esperma fue usado para reproducir más orcas bebé para que SeaWorld las entrenara y vendiera. Sus captores humanos (engañosamente decían que era parte de su “familia”, aunque una familia no secuestra y separa a sus miembros de sus legítimas madres, los mantiene dentro de un espacio diminuto y desolador durante toda la vida, ni los explota durante décadas para hacer dinero) pero SeaWorld fue obligado a admitir que había enfermado, y finalmente, que había muerto. No importa la causa, nadie la sabe aún, su muerte fue la culminación de una miserable vida de confinamiento.

El anuncio de que la empresa terminaría con su programa de reproducción de orcas llegó demasiado tarde para Tilikum, quien fue obligado a reproducirse 21 veces, y 11 de sus hijos murieron antes que él. Desde el momento en que fue tomado de su hogar familiar en el océano, su vida se tornó trágica y llena de dolor, como lo son las vidas de los otros animales que permanecen en los tanques de SeaWorld y en sus exhibiciones.

Cuando tenía tan solo 2 años, fue capturado por “vaqueros” marinos que secuestraban orcas y otros delfines para vendérselos a la industria del entretenimiento. Él fue robado de su verdadera familia, su manada, en el mar abierto de Islandia, y obligado a vivir dentro de tanques pequeños y en recintos estrechos el resto de su vida, sin poder utilizar su ecolocalización, nadar grandes distancias, sentir las corrientes del océano, escuchar o ver a sus familiares, ni hacer nada que fuera natural e importante para él. Fue “entrenado” para comer lo que le daban y hacer lo que le ordenaban. También fue entrenado para que se diera la vuelta sobre su espalda, lo que permitía a los trabajadores de SeaWorld masturbarlo con una mano enguantada y recoger su semen en un recipiente. La empresa lo usó como su principal máquina reproductora de espermatozoides en su programa para inseminar artificialmente a orcas hembra, reproduciendo más actores en cautiverio para que padecieran una vida que nadie nunca elegiría vivir voluntariamente.

Tilikum fue confinado en tanques sin poder escapar de las orcas agresivas e incompatibles quienes lo dejaban con la piel desgarrada y ensangrentado. El estrés constante y las privaciones del cautiverio lo llevaron a matar a tres humanos, incluyendo a la entrenadora Dawn Brancheau en 2010, y desgastar sus dientes hasta las encías por mordisquear los barrotes submarinos de su prisión. No es de extrañar que sucumbiera bajo esas condiciones ante una enfermedad mental y, finalmente, ante algunas enfermedades físicas incurables.

Dawn Brancheau era una de las artistas estelares del SeaWorld.

Tilikum murió sin jamás conocer de nuevo la libertad. Él debe ser la última orca que muere en un parque de indiversiones de SeaWorld. La empresa debe liberar a todos los animales restantes de sus parques (orcas, belugas, delfines nariz de botella, leones marinos, morsas, pingüinos y otros) y rehabilitarlos para volver nuevamente a la naturaleza o a santuarios costeros donde puedan pasar el resto de sus vidas en un lugar tan natural como sea posible, que, contrariamente a los reclamos codiciosos de la compañía, es razonable y realizable.

¡ALZA LA VOZ POR LAS ORCAS!