Una planta e incubación de pollitos tiene mucho en común con un matadero, incluyendo el sufrimiento y la muerte. Un investigador de PETA que trabajaba encubierto en una planta de incubación a menudo veía a los trabajadores pisar los huevos y dejar morir en el suelo a los pollitos que estaban dentro de ellos. A veces, los pollitos que aún se estaban desarrollando piaban mientras eran triturados en las máquinas.
En circunstancias naturales, una mamá gallina les “habla” a sus pollitos antes de que nazcan. Esto les permite aprender a reconocer su voz mientras todavía están en el huevo. Pero dentro de las plantas de incubación, los pollitos que no han nacido son privados del calor y el consuelo de sus madres.
En la industria del huevo, los pollitos que nacen prematuramente a menudo mueren de deshidratación o inanición. Muchos están demasiado débiles para levantarse o incluso mantener la cabeza erguida. Dejan a los sobrevivientes entre los cuerpos de los que murieron hasta que los trabajadores vienen para clasificarlos.
Los trabajadores de los criaderos matan tanto a los machos como a las hembras que consideran demasiado pequeños o débiles para convertirse en un “estrato productivo”. En algunos países, los trabajadores ahogan, asfixian o gasean a los pollitos no deseados de solo pocas horas de nacidos. El método más común en EE. UU. es que los trabajadores arrojen a los pollitos en un triturador, donde son molidos vivos.
A los bebés que sobreviven no les va mucho mejor. Viven junto a cientos más, en muy poco espacio, hasta que alcanzan la madurez sexual alrededor de los 4 a 6 meses y comienzan a poner huevos. Debido al hacinamiento severo y las condiciones de suciedad, muchas gallinas jóvenes mueren antes de alcanzar la pubertad.
Las gallinas que sobreviven a la planta de incubación son enviadas a granjas donde ponen huevos hasta que sus cuerpos exhaustos se rinden. Una vez que alcanzan los 2 años, las gallinas pasan por su menopausia y comienzan a poner menos huevos. Esta es una parte sana y natural del ciclo de vida, tal como la menopausia en los humanos. Pero la industria del huevo valora las ganancias por encima de las vidas, por lo que son asesinadas tan pronto cae su producción de huevos.
La industria del huevo trata de esconder su crueldad detrás de términos como huevos “de campo” o “de granja”, “orgánico” o gallinas “alimentadas con pasto”. No te dejes embaucar por publicidad engañosa.
Cada granja comercial en EE. UU., independientemente de sus “estándares”, compra sus gallinas en una planta de incubación que mata a los pollitos macho.
Ningún huevo o nugget vale su sufrimiento. Tú puedes ayudar a salvar la vida de los pollos haciéndote vegano.
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