Escrito por Alisa Mullins
Los voluntarios de PETA que entregan paja ven lo peor que la sociedad tiene para ofrecer – perros hambrientos de atención (y a menudo de alimentos), condenados de por vida a una cadena, y rodeados de lodo y basura. Perros con nada más que viejos refrigeradores, casetas de camionetas o barriles volcados como “refugios” – si es que tienen un refugio incluso sobre un suelo cubierto de nieve. Perros que sufren de dirofilaria immitis (una infección del corazón causada por un parasito), de myiasis (causada por larvas de mosca) tan severas que pedazos de sus orejas han sido comidos, de congelación, huesos rotos, sarna y de heridas terribles – todas sin tratar.
Pero nuestro personal y voluntarios siguen tropezando con situaciones que los impactan, y eso es lo que sucedió mientras dos de ellos estaban entregando paja en Franklin, Virginia, el año pasado el día después de Acción de Gracias.
Mientras los voluntarios se acercaron al corral en el patio trasero, una pitbull llamada Angel cayó al suelo fuera de su caseta. Movió su cola, pero debido a su nivel de energía, eso era todo lo que podía hacer. No importaba el esfuerzo que hiciera, no podía reunir la fuerza para permanecer de pie o derecha, y mucho menos caminar incluso los pocos pies hasta sus visitantes.
Angel estaba en un estado de gestación avanzado, su cuerpo convulsionaba con espasmos. Su columna vertebral, caderas, costillas y omóplatos sobresalían bruscamente de su cuerpo escuálido. Uno de los voluntarios de PETA tuvo que arrastrarse bajo la valla con candado para llegar a ella, ya que sus dueños no sabían en dónde estaba la llave.
Rápidamente llevamos a Angel a un veterinario quien la diagnosticó con inanición avanzada, anemia y una grave infestación de parásitos. Tenía la menor temperatura corporal que el veterinario haya visto jamás por la combinación del estado de shock, la fría temperatura exterior y por su falta absoluta de grasa corporal. Debido a que el veterinario determinó que Angel estaba sufriendo y era poco probable que sobreviviera incluso al tratamiento más agresivo, recomendó que fuera sometida a eutanasia en el lugar y durmiera en paz.
PETA presentó cargos contra sus dueños, y el lunes, luego que el veterinario testificara que la débil condición de Angel fue causada por los efectos a largo plazo del hambre y el descuido, y que “podría haber muerto la mañana del día siguiente”, el juez impuso a cada uno de los dueños de Angel una multa por $500, y uno de ellos fue condenado a un año de cárcel con 11 meses en libertad condicional y a comenzar inmediatamente el término de 30 días en prisión. El período de 30 días de prisión para el otro propietario fue suspendido. Pero lo más importante, es que el juez les prohibió a ambos tener animales, por lo que nunca podrán someter a otro perro a lo que Angel sufrió.
Qué puedes hacer
Si alguna vez tienes un motivo para sospechar que un animal está siendo objeto de maltrato o negligencia, por favor, compruébalo y repórtalo siempre a las autoridades. No esperes hasta que sea demasiado tarde.