Escrito por Kim Johnson
Un adolescente en Stockton, California, hace poco encontró lo que creyó era un cerebro de pollo en su comida de KFC.
El adolescente quedó asqueado después de encontrar el órgano (lo que más tarde se determinó era un riñón o una molleja de pollo, ambos se consideran seguros para comer) y ha pedido a KFC que le reembolse su dinero. ¿Pero se dio cuenta de que las otras cosas en su comida rápida también son partes repugnantes de un cuerpo?
En un mundo de nuggets, pequeñas tortas y tiras hechas de carnes procesadas que no tienen la apariencia de partes de animales, es fácil olvidar que estamos comiendo las partes de los cuerpos en descomposición de otro ser que alguna vez estuvo vivo.
Los pollos son animales muy inteligentes y sensibles con sentimientos y personalidades únicas, al igual que los perros y los gatos con los que compartimos nuestros hogares. Pero los pollos producidos por la industria de la carne comercial a menudo pasan toda su vida en galpones sucios junto con decenas de miles de otras aves, en el que el intenso hacinamiento y confinamiento pueden conducir al brote de enfermedades.
Son criados para crecer tanto y tan rápido, que sus piernas no pueden mantener el ritmo de crecimiento, lo que regularmente les ocasiona dolor de huesos y articulaciones. Las investigaciones encubiertas dentro de la industria de pollos broiler han revelado repetidamente que las aves sufrían de deshidratación, enfermedades respiratorias, infecciones bacterianas, ataques al corazón, quedaban lisiadas y padecían otras enfermedades graves. Cuando los pollos tienen solo 6 semanas de edad, suelen ser hacinados en jaulas diminutas, subidos a camiones y enviados al matadero.
En la mayoría de los mataderos, las patas de los pollos son encadenadas, les cortan sus gargantas y los sumergen en agua hirviendo para quitarles sus plumas.
Debido a que los pollos no tienen una protección legal federal (las aves están excluidas del Humane Slaughter Act), la mayoría de ellos aún están conscientes cuando les cortan sus gargantas, y muchos de ellos que, ya sea esquivan las navajas que cortan sus gargantas, o aún permanecen vivos, son escaldados hasta la muerte en tanques de desplume.
