Cuando se unen personas conscientes y compasivas por los animales, pueden lograr un cambio. Basta con mirar a Honduras, donde ciudadanos dedicados al bienestar de los animales presionaron al Congreso Nacional para defenderlos.
Finalmente promulgaron la Ley de Protección y Bienestar Animal en abril de 2017, más de cinco años después de que fuera redactada. Si bien no hay duda de que la legislación fue un primer paso importante, los activistas afirman que necesita reforzarse porque no cumple con su propósito: detener el maltrato de los animales.
Cada día, la Federación Nacional para la Protección de los Animales recibe varias llamadas acerca de animales que sufren maltrato, dice el presidente del grupo, Guillermo Van Tuyll. Él cree que muchos hondureños no quieren reportar el maltrato y como prueba señalan los registros del Ministerio Público, que no muestran ninguna queja.
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Las sanciones actuales, de tres a cinco años de cárcel, no son lo suficientemente fuertes, señala Van Tuyl. Además, la ley debe modificarse porque las corridas de toros y peleas de gallos están exentas de responsabilidad penal por supuestamente ser parte del folklore de Honduras. Es un argumento superficial. La crueldad no tiene cabida en la tradición de ningún país.
Y aunque la Ley de Protección y Bienestar Animal estipula que el uso de caballos para el trabajo forzoso es un crimen, siguen siendo utilizados para transportar vagones a través de las calles.
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