Cuando el senador Ran Paul se burló de un experimentador animal por “rociar con orina de lince a ratas alcohólicas” (estas cosas no se pueden inventar), nos hizo reflexionar sobre algunas de las barbaridades incongruentes que hemos encontrado en los laboratorios a lo largo de los años. Hemos compilado una lista y creemos que estarás de acuerdo en que las mentes de estos experimentadores están más preparadas para pensar en tramas repugnantes para la serie Saw que para recolectar dinero del gobierno para ejecutar sus ideas perversas en animales. Aquí te contamos los cinco experimentos más enfermizos y perversos en animales que PETA ha expuesto y detenido desde 1985.
Terror al Sr. Cara de Papa
En 2020, PETA expuso experimentos en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Oregón, donde la experimentadora Elinor Sullivan ha recibido millones de dólares de los contribuyentes para atormentar a los monos. Sus experimentos consistían en inseminar macacas japonesas, suministrarles a algunas de las embarazadas una dieta rica en grasa, separar a los bebés de sus madres y asustar deliberadamente a los bebés. La mayoría de los jóvenes monos eran asesinados a la edad de 13 meses. Anteriormente, obtuvimos imágenes de video de un experimento conducido por Sullivan y su colega Kevin Grove, quienes usaron $750.000 dólares de contribuyentes, año tras año, para engordar a los monos adultos y aterrorizar a los monos bebes con muñecos del Señor Cara de Papa.
Estos experimentos continuaban con el pretexto de ser estudios de comportamiento, hasta que PETA presentó una demanda contra la universidad. En abril de 2020, un tribunal dictaminó que el laboratorio tenía que entregar videos de los enfermizos estudios, los cuales revelamos al público, y esa es la forma de acercarse al fin de las pruebas de terror.
“El Club de la Pelea”: Edición Hámster
En 2017, PETA desafió los experimentos de la Universidad del Nordeste en Boston, la cual por décadas dirigió un club de pelea de roedores financiado con impuestos, en el que los investigadores enfrentaban a los hámsteres en ataques violentos, supuestamente emulando a las bandas callejeras de las zonas marginales. Los experimentadores inyectaban cocaína o esteroides en el cerebro de los animales y luego los observaban y evaluaban, permitiendo a los “ganadores” avanzar a la siguiente ronda. Esta locura continuó durante 20 años, gracias a los $3 millones de dólares de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) (es decir, dinero de los contribuyentes), hasta que PETA lanzó una campaña, que finalmente le quitó el financiamiento al laboratorio.
Delitos sexuales contra roedores
En 2013, detuvimos pruebas sobre los impulsos sexuales de hámsteres con daño cerebral que se estaban realizando en la Universidad de California–Berkeley. Estos experimentos implicaban estimular sexualmente a hámsteres hembras con cepillos, después de perforar agujeros en sus cráneos, cortar la piel de los penes de ratones vivos e inyectarlos luego con sustancias químicas, quemar el cerebro de ratonas y luego medir qué tan interesadas estaban en oler la orina de los machos y extirpar los ovarios de las ratas antes de inyectarles antidepresivos a los animales. Después de que PETA luchó contra estos delitos sexuales patrocinados por los impuestos, los NIH terminaron el financiamiento.
Los resultados están aquí: los experimentadores prueban que ellos deberían estar usando las camisas de fuerza
En 1996, PETA detuvo un programa conjunto estadounidense, francés y ruso, en el cual los experimentadores colocaban electrodos en monos dentro de camisas de fuerza y los lanzaban al espacio ¡durante tres años! Se lo hicimos saber al público a través de una escandalosa protesta en el Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos. Poco después de eso, los manifestantes encabezados nada menos que por la vicepresidenta sénior de PETA, Tracy Reiman, se metieron en la oficina del jefe de la NASA. Para entrar, se disfrazaron y fingieron estar allí para una reunión. Luego usaron candados de bicicleta para encadenarse juntos y un ayudante lanzó las llaves dentro de un inodoro. El personal de la NASA lo descubrió y tuvo que meter la mano en el inodoro para conseguirlas. Los manifestantes fueron liberados y arrastrados afuera, justo frente a los medios de comunicación. La consiguiente indignación mundial provocó que esta desgracia en el espacio quedara en el olvido.
Ojos bien cerrados cosidos
Por último, en 1985, PETA detuvo experimentos en la Universidad de California–Riverside, en los cuales les cosieron los ojos a decenas de monos bebés para realizar “estudios sobre ceguera”. Los investigadores decían que estudiar y ayudar realmente a los bebés humanos ciegos era demasiado inadecuado. Uno de los monos bebés rescatados del laboratorio se llamaba Britches, y su caso se convirtió en una de las primeras banderas de lucha de PETA contra los experimentos en animales. Gracias a nuestro trabajo, a Britches le quitaron los puntos, le brindaron los cuidados que necesitaba y se recuperó tranquilamente.
Los experimentos en animales son especistas, crueles y un derroche colosal de dinero proveniente de impuestos, que son llevados a cabo por personas que puedes tener algunos problemas psicológicos graves, como ha señalado PETA. Estos experimentos rara vez conducen a información que sea relevante para los humanos, y mucho menos conducen a curas o tratamientos. Los animales son seres sensibles que sienten dolor, miedo, alegría y amor, y quieren vivir libres en la naturaleza, no ser confinados en una jaula dentro de un laboratorio donde los experimentadores los envenenan, mutilan, queman, aplican descargas eléctricas, privan de alimento, dan de comer a la fuerza, agreden sexualmente o infectan. Si bien PETA ha logrado poner fin a los perversos experimentos en animales de esta lista, muchos se siguen realizando hasta el día de hoy. ¡No dejaremos de actuar hasta que todas las jaulas de los laboratorios estén vacías!
DILES A LOS NIH QUE DEJEN DE EXPERIMENTAR EN ANIMALES