Cuando se trata de explotar animales, Elon Musk es un verdadero líder.
A principios de este año, el Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM, por sus siglas en inglés) presentó una denuncia contra la Universidad de California-Davis ante el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA, por sus siglas en inglés) por violaciones flagrantes de la Ley federal de Bienestar Animal por parte de experimentadores que fueron contratados por Neuralink, una de las empresas de Musk, para implantar sus chips cerebrales en 23 monos, ocasionando “sufrimiento extremo”.
Ahora llega la noticia de que la misma empresa está siendo investigada por la Oficina del Inspector General del Departamento de Agricultura de EE. UU. después de que un fiscal federal remitiera la denuncia del PCRM a esa oficina; medida muy inusual que probablemente refleja la gravedad de las violaciones.
En entrevistas con ex empleados de Neuralink, Reuters también reveló que los experimentos de la empresa han estado llenos de incompetencia; incluyendo uno en el que a 25 cerdos se les implantó un dispositivo del tamaño equivocado en su cabeza; y otro, en el que se les implantó un dispositivo en la vértebra equivocada. Parece que los errores pueden ser atribuidos, en parte, a las exigencias de Musk “de agilizar el tema”.
“El veterinario de la empresa, Sam Baker, aconsejó a sus colegas que mataran inmediatamente a uno de los cerdos para acabar con su sufrimiento. ‘Basándonos en la baja probabilidad de una recuperación total… y su poco bienestar psicológico actual, se decidió que la eutanasia era el único procedimiento apropiado’, escribió Baker a sus colegas sobre uno de los cerdos un día después de la cirugía, agregando el emoticón del corazón roto”.
Reuters también reportó el espantoso número de muertes en Neuralink hasta el momento: “La empresa ha matado unos 1500 animales, incluyendo más de 280 ovejas, cerdos y monos; después de los experimentos desde 2018″. Agregó: “Las fuentes describieron esa cifra como un estimado aproximado porque la empresa no mantiene registros precisos sobre el número de animales usados y matados en los experimentos”.
Esa última frase dice todo sobre la actitud de la empresa hacia sus víctimas.
Según documentos obtenidos por el PCRM, 15 de los 23 monos cuyos cráneos perforaron los experimentadores y cuyos cerebros fueron implantados con los chips de Neuralink, han muerto desde entonces.
“Casi todos los monos [a los que] se les colocaron implantes en la cabeza sufrieron efectos de salud bastante debilitantes”, dijo Jeremy Beckham, director de defensa de la investigación de PCRM.
Según la agrupación, “Neuralink y el personal de UC-Davis no brindaron atención veterinaria adecuada a los monos moribundos, usaron una sustancia no aprobada conocida como ‘Bioglue’ que mató a los monos al destruir partes de sus cerebros y no les vieron por el bienestar psicológico de los monos…. Los monos macacos utilizados en el experimento fueron enjaulados solos, se les atornillaron postes de acero en el cráneo, sufrieron un “trauma facial”, convulsiones después de los implantes cerebrales, e infecciones recurrentes en los sitios de los implantes”.
Uno de los monos a los que se les implantó el chip se le aplicó la eutanasia después de desarrollar una infección en la piel, y otro fue sometido a la eutanasia después de que los investigadores descubrieron que al animal le faltaban los dedos de las manos y los pies, “posiblemente por automutilación o algún otro trauma no especificado”. Una necropsia reveló que uno de los otros monos que murieron había sufrido una hemorragia cerebral.
PETA reta a Elon Musk a comportarse como un pionero y a implantar el Neuralink en su propio cerebro.
—Ingrid Newkirk, Presidenta de PETA
Estos monos en UC-Davis no son las únicas víctimas de crueles experimentos realizados o pagados por Neuralink. En agosto de 2020, Musk presentó a Gertrude, uno de los varios cerdos utilizados, durante una demostración por transmisión web. El experimento involucró la implantación de chips de computadora del tamaño de una moneda en el cerebro de los cerdos para intentar demostrar que las ondas cerebrales se pueden rastrear.
Un clip mostraba a un cerdo obligado a trotar en una caminadora. Le habían cortado muescas gigantes en las orejas, tal como se les hace a los cerdos en granjas sucias sin analgésicos. Consciente de que habría una reacción violenta contra su uso de cerdos, Musk usó un discurso de relaciones públicas para afirmar que él y su personal se preocupan por los animales. Pero ninguna cantidad de “lavado humanitario” puede encubrir la crueldad, el especismo y la mala ciencia que subyacen a todos esos experimentos.
En un experimento separado, Musk implantó un chip de computadora en el cráneo de un mono, aparentemente para ver si el animal podía “jugar videojuegos usando su mente”. Afirmó que el mono “se ve totalmente feliz”, pero no es primatólogo. Si lo fuera, nunca sugeriría que un animal atado a una silla con un dispositivo de metal implantado en el cráneo y siendo obligado a ver videojuegos todo el día sería cualquier cosa menos miserable.
Los intentos de conectar los cerebros humanos a Internet no deberían hacerse a expensas de los cerdos o los monos, nuestros compañeros terrícolas, que sienten dolor, miedo y confusión, y que merecen consideración. Científicamente, las demostraciones de Musk no mostraron nada que no se haya mostrado antes. Como la mayoría de sus supuestos avances, tuvieron mucha publicidad y poca evidencia de que lo que estaba prediciendo realmente puede suceder.
Los cerdos inteligentes y sensibles merecen mucho más que unas cuantas palmaditas en la cabeza y una celda forrada con paja: se les debe dejar en paz para que socialicen, jueguen, hagan nidos y se relajen bajo el sol. El mono inteligente cuya mutilación Musk, ciertamente supervisó, debería ser libre para vivir con los miembros de su tropa, corretear por las ramas de los árboles y buscar frutas, flores, néctar y otros sabrosos alimentos en su hábitat natural, no ser encarcelado dentro de un laboratorio y utilizado como un sujeto de prueba.
ATTN @Neuralink and @elonmusk:
— PETA (@peta) September 1, 2020
Involuntary brain surgery and denying Gertrude and other pigs their natural lives as individuals is speciesism, not science. pic.twitter.com/36RBYrjpkU
Los cerdos y los monos con como nosotros
Se sabe que los cerdos sueñan, reconocen sus propios nombres, memorizan rutas complicadas y tienen vidas sociales complejas. Los seres humanos que dirigen santuarios de animales donde hay cerdos, notan que se parecen a nosotros de muchas maneras: disfrutan escuchando música, jugando con pelotas de fútbol y recibiendo masajes.
Los monos han aprendido a usar cámaras y iPhones para mirarse, lo que indica que son conscientes de sus vidas. También son empáticos, a diferencia de los humanos especistas que los atormentan. En muchos casos registrados, los monos han arriesgado sus vidas para ayudar a otros.
En diciembre de 2021, Musk, la Persona del año de TIME 2021, quien tiene un largo historial de dañar a los animales disparando calamares, ratones y tardígrados (también conocidos como “osos de agua”) al espacio, así como implantando un chip de computadora en el cráneo de un mono. y chips de computadora del tamaño de una moneda en el cerebro de los cerdos, anunciaron una nueva propuesta: enviar un “Arca de Noé” de animales a Marte.
“La siguiente gran cosa es construir una ciudad autosuficiente en Marte y llevar allí a los animales y criaturas de la Tierra. Una especie de arca de Noé futurista. Sin embargo, llevaremos más de dos; es un poco extraño si solo hay dos”, señaló.
Más de cero sería algo más que un poco extraño, sería cruel.
Una vez más, Musk debería centrarse en los humanos –que pueden optar por participar– y dejar de explotar a los animales en experimentos impulsados por la curiosidad.
Otra iniciativa explotadora y sin sentido de Musk es SpaceX –él es su fundador, CEO e ingeniero jefe– y los 128 sepiólidos bebés que brillan en la oscuridad, así como 5,000 tardígrados. Estos animales fueron enviados a la Estación Espacial Internacional, donde se harían experimentos en ellos en nombre de la “investigación”.
La noticia del calamar y los tardígrados condenados por este viaje fue posterior a un truco similar en diciembre de 2020, en el que se lanzaron ratones a bordo de un cohete SpaceX (a algunos de los cuales les habían inyectado antes drogas en el Laboratorio Jackson, provocando la duplicación antinatural de su masa muscular). Estos experimentos y la matanza que se menciona a continuación son crueles pérdidas de tiempo, irrelevante para los astronautas u otros humanos.
Después de haber equipado los autos con cuero vegano, Musk debe saber que existen formas éticas de lograr sus objetivos. La explotación de animales en experimentos no es una de ellas.
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