¡Bravo, México! En diciembre pasado, una comisión de bienestar animal en la legislatura de la Ciudad de México aprobó una propuesta para prohibir el deporte sangriento y mortal de las corridas de toros en la ciudad.
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El sentimiento público contra la práctica de matar a puñaladas a los toros en la arena está creciendo. Los estados mexicanos de Coahuila, Guerrero, Quintana Roo, Sinaloa y Sonora ya han prohibido este espantoso pasatiempo. Muchos señalan con razón que no se puede defender el asesinato bajo la bandera de la “cultura”.
“La tauromaquia no debe verse como un arte… un arte no puede sacrificar un animal vivo que tiene sentimientos”.
—Norberto Ascencio Solís, legislador
Si bien las actitudes están cambiando en lugares como México, los toros siguen sufriendo y muriendo en corridas de toros en ocho países. En Venezuela, las corridas de toros fueron prohibidas recientemente en dos estados y el fiscal general del país calificó como “masacres públicas” a estos crueles eventos.
En una típica corrida de toros, el toro ingresa en la arena y se le acercan los picadores (hombres a caballo que clavan lanzas en los músculos de la espalda y el cuello del toro). Tuercen las puntas para desgarrarle la carne y asegurar que el animal tenga una pérdida de sangre significativa.
Tras provocar algunos embistes del toro agotado y moribundo, el matador intenta asesinarlo con una espada y cortarle la médula espinal, lo que puede dejarlo paralizado pero consciente, mientras es arrastrado fuera de la arena.
Está claro que no hay nada en esta tortura que se pueda reivindicar.
“Como mexicana, te lo digo, hay tradiciones hermosísimas [en México] que vale la pena fomentar y que trasciendan de generación en generación. Pero hay cosas que creo, que como seres humanos, vamos evolucionando en la consciencia”.
—Dulce María
Los avances compasivos deben continuar hasta que no mueran más toros en agonía en una plaza de toros. Sigue recalcando que las corridas de toros deben ser cosa del pasado.
¡Actúa por los toros!