El Centro Nacional de Investigación de Primates de Washington (Washington National Primate Research Center, WaNPRC) es uno de los siete “centros insignia de primates” establecidos a principios de 1960 y continuamente financiados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). El WaNPRC está ubicado en la Universidad de Washington (UW) y tiene instalaciones satélites en el centro de Seattle y en Mesa, Arizona. El año pasado, 1.053 monos fueron aprisionados, confinados y maltratados en sus instalaciones. En 2019, la UW recibió más de 500 millones de dólares de los NIH, incluyendo más de 13 millones de dólares para financiar las operaciones básicas del centro.
PETA está haciendo un llamado a la UW para que cierre el WaNPRC. Documentos internos obtenidos por PETA e información proporcionada por una fuente revelan que el centro está matando a miles de monos en experimentos sin sentido, derrochando dinero de los contribuyentes y violando leyes federales de bienestar animal, además de estar envuelto en crisis de financiamiento y liderazgo. Cuando el Centro Nacional de Investigación de Primates de New England, ubicado en Harvard, enfrentó problemas similares, la universidad hizo lo correcto y en 2013 anunció que lo cerraría, lo que sucedió dos años más tarde. La UW debe hacer lo mismo.
Experimentación en bebés
Una característica distintiva del WaNPRC durante los últimos 45 años ha sido su Laboratorio de Investigación de Primates Infantes (Infant Primate Research Laboratory, IPRL), de más de 700 metros cuadrados de superficie y metido en las entrañas del edificio de Ciencias de la Salud de la UW. Como su nombre sugiere, la instalación está dedicada a conducir experimentos en monos bebés. Thomas Burbacher, profesor de la UW, es el director de este anticuado y sórdido laboratorio, y allí ha usado monas embarazadas para estudiar la toxicidad de los mariscos, exponiendo a sus bebés en el útero a una toxina, entre otros perturbadores experimentos.
Burbacher les quita los recién nacidos a sus madres y, al igual que el infame experimentador Harry Harlow, los mete solos en una jaula, únicamente con una “madre” de trapo a la cual aferrarse. La crianza de monos bebés en aislamiento es el factor de riesgo más importante para desarrollar formas graves de comportamiento anormal. Pocos monos salen vivos del IPRL y aquellos que lo hacen, pasan el resto de su vida mordiéndose las extremidades, arrancándose el pelo y caminando de un lado a otro en jaulas estrechas.
Burbacher condujo otro experimento en el IPRL, en el que abrió 35 monas embarazadas una semana antes del parto e intencionalmente bloqueó los cordones umbilicales para impedir el flujo de sangre y oxígeno hacia los fetos e inducir asfixia en los bebés al momento del parto. Cinco bebés murieron poco después del nacimiento, ya sea como resultado directo de la asfixia o por eutanasia, debido a las severas complicaciones derivadas del procedimiento. El resto de los bebés fueron confinados a solas en el sótano del laboratorio.
Los experimentadores implantan electrodos en el cerebro de los monos o les irradian todo el cuerpo
El WaNPRC se enorgullece de sus experimentos de neurociencia en monos. El experimentador Eberhard Fetz ha pasado más de 50 años realizando cirugías experimentales en monos en las que les hace un agujero en el cráneo, inserta electrodos en el cerebro e implanta dispositivos de alambre en los ojos. Luego los ata a una silla de sujeción durante horas, con la cabeza atornillada para que permanezcan inmóviles durante las pruebas. Los priva de agua y comida para que obedezcan y así puedan recibir un sorbo de jugo o un bocado.
A Fetz le gusta considerarse un pionero en conectar máquinas al cerebro de los monos, pero su laboratorio en el quinto piso del edificio de Ciencias de la Salud de la UW está atiborrado de tecnología de la década de 1960. Parece que ni siquiera puede asegurarse de que los angustiados monos en esta instalación sean alimentados. Hace un par de años, uno de los monos usados en su proyecto “Interfaz Cerebro-Computadora” fue alimentado solo los fines de semana durante siete semanas. Fetz afirmó que simplemente fue un “error de comunicación” entre miembros del personal. ¡Es él quien debería hacerse examinar el cerebro!
Otros experimentadores del WaNPRC han sometido a los monos a irradiación total del cuerpo. El impacto en ellos fue tan horroroso que cerca de la mitad murió antes de que se completara el estudio, lo que causó que un experimentador, frustrado por la falta de apoyo veterinario oportuno, renunciara al proyecto y la universidad.
En cambio, Michael Katze no tenía tantos escrúpulos con lo que les hacía a los monos. Después de infectarlos con ébola, observaba cómo sucumbían a la fiebre hemorrágica, cuyos síntomas incluyen severo dolor muscular, dolor de cabeza, vómito, diarrea y hemorragias internas y externas, entre otros. Su tortura de monos en la UW solo acabó cuando fue despedido tras años de quejas por acoso sexual.
Criar miseria y enfermedad
En 2013, el WaNPRC estableció una colonia de reproducción en su complejo de Mesa usando macacos cola de cerdo importados, quienes están en peligro de extinción. La instalación tiene a más de 300 monos y supuestamente estaba “libre de patógenos específicos”, es decir, que garantizaba que los monos no tuvieran ciertos agentes infecciosos. Sin embargo, la colonia ha estado plagada de problemas relacionados con patógenos. PETA tiene documentos que detallan que allí los monos han estado expuestos a la fiebre del valle y afectados por esta enfermedad y que la colonia incluía a animales traídos desde una instalación donde había habido un brote de tuberculosis.
Los monos no son buenos modelos de las enfermedades humanas, así que los hallazgos de los estudios en los que son usados siempre son cuestionables. Y los problemas se agravan aún más cuando se usan monos que pueden estar enfermos o tener sistemas inmunes comprometidos, particularmente al investigar enfermedades infecciosas como la COVID-19.
Además, documentos obtenidos por PETA a través de una solicitud de información pública, revelan las terribles condiciones en esta instalación, donde las lesiones y las muertes fetales y traumáticas son la norma. El WaNPRC reconoció que en un período de ocho meses de 2019 a 2020, tuvo que tratar 332 casos de traumatismos, más de 200 casos de diarrea o enfermedad gastrointestinal, 19 casos de prolapso rectal, 149 casos de pérdida significativa de peso y una decena de anomalías relacionadas con implantes. Parece que la instalación no cuenta con suficiente personal y tiene una infraestructura deficiente y el suelo contaminado con hongos, lo que significa que los monos pasan sus días en el interior. Como sus semejantes en el WaNPRC en Seattle, nunca pueden salir al sol.
Violaciones a la ley federal: negligencia, incompetencia y fallas de supervisión
Los reportes de inspecciones federales revelan que los primates en el WaNPRC también sufren debido a la negligencia y la incompetencia. Los monos han muerto estrangulados y de sed, han sido heridos por otros monos y se han ahogado con su vómito, y los experimentadores han extraído demasiada sangre y tejido de algunos animales.
En 2019, un experimentador insistió en que se procediera a realizar una cirugía experimental en un mono, quien no había ayunado de forma apropiada la noche anterior. Luego, el mono sufrió un paro respiratorio. Mientras le practicaban reanimación cardiopulmonar e insertaban una sonda en su garganta, vomitó y aspiró algo de comida. Después sufrió un segundo paro respiratorio y murió.
En otro incidente en 2019, a un mono sometido a un procedimiento doloroso le suministraron un analgésico opioide que había sido diluido, lo que probablemente resultó en un inadecuado tratamiento del dolor. Luego se descubrió que una gaveta de fármacos se había dejado sin llave, y aparentemente alguien en el centro había robado el opioide. Meses después, cuando el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) investigó el incidente, se encontró otra gaveta de fármacos abierta.
En 2018, en el nuevo laboratorio subterráneo de la UW, un mono murió estrangulado al enredarse con una cadena enganchada a su jaula. Su compañero de jaula presenció la muerte y tuvo que ser sedado con Valium. En 2017, un mono murió mientras le realizaban una resonancia magnética, pero la causa de muerte no pudo ser establecida ya que la instalación no contaba con registros apropiados. Ese mismo año, otra macaca cola de cerdo fue vista letárgica y gravemente deshidratada. Se determinó que el suministro de agua en su jaula no había sido conectado y la macaca murió aproximadamente 40 minutos después.
En 2015, los inspectores encontraron que el Comité Institucional de Cuidado y Uso de Animales de la UW (IACUC, por sus siglas en inglés) actuó como una instancia de “aprobación automática”, aprobando propuestas que ni siquiera estaban debidamente diligenciadas. Los inspectores determinaron que en un experimento en que las “incisiones se harían en la piel sobre los músculos de la pierna” de los primates, “no había una descripción de la longitud de las incisiones o qué músculos de la pierna serían usados”. El IACUC también aprobó “múltiples procedimientos quirúrgicos grandes que incluían implantes de cráneo, de brazo y de vértebras” en otro protocolo, pero “no había descripción del tamaño de las incisiones para ninguna de las actividades”, “ninguna descripción del tamaño o ubicación de los defectos creados en el cráneo o del instrumental a ser implantado” y “ninguna descripción de qué vertebras específicas” serían afectadas en el experimento propuesto. Tres monos usados en estas cirugías sufrieron de “problemas de salud significativos” tras los experimentos y fueron asesinados.
Los IACUCs son considerados la última línea de defensa para los animales en laboratorios y cuando no cumplen con sus responsabilidades, colapsa todo el sistema de supervisión.
En tres incidentes independientes en 2013, monos bebés fueron atacados, sufrieron lesiones traumáticas extensas y se les aplicó la eutanasia o murieron debido a sus heridas.
En 2011, el USDA multó a la UW con casi 11.000 dólares tras encontrarse a una macaca cola de cerdo muerta en su jaula, después de haber perdido un 25% de su peso corporal. Murió de hambre. En 2008, a la UW le ordenaron pagar 20.000 dólares al gobierno federal por realizar cirugías no autorizadas en primates. Estas multas no representan nada en comparación con los muchos millones de dólares que la UW recibe del gobierno federal, gracias al WaNPRC, y, por lo tanto, es poco probable que los disuada de cometer nuevos abusos ilegales.
Desde el 15 de septiembre de 2020, la UW está bajo investigación del USDA por violaciones adicionales a la Ley de Bienestar Animal de carácter federal.