¿Deberían los perros y los gatos vivir a la intemperie y luchar solos contra los elementos de la naturaleza? ¡Por supuesto que no! Nuestros compañeros animales experimentan alegría, emoción y amor, al igual que los humanos. También sienten dolor, miedo, traición y confusión. Sin embargo, muchos animales que se tienen como compañeros son obligados a vivir afuera sin las necesidades básicas, incluida la atención veterinaria y la compañía. Algunos no tienen refugio ni comida adecuados y están atados a pesadas cadenas durante toda su vida. Otros son abandonados en las calles.
Pero hay gente a la que le importa. Los trabajadores de campo de PETA han ayudado y rescatado a muchos animales en problemas.
Estas son solo algunas de sus historias:
1. Mikey:
“¿Qué es ese sonido?” Una mujer escuchó sonidos extraños que emanaban de un desagüe pluvial que nadie más podía escuchar. Pensó que se estaba volviendo loca, pero para estar segura, llamó a PETA.
¡Nuestros trabajadores de campo confirmaron que no estaba escuchando cosas y que los sonidos eran los gritos de un gatito asustado! Los trabajadores de campo pasaron muchas horas arrastrándose a través de tuberías oscuras, pero no pudieron encontrarlo. Así que pusieron una jaula trampa en el túnel y esperaron hasta que se puso el sol.
¡Éxito! El gatito hambriento no pudo resistir el olor a comida y reunió el coraje para salir de su escondite. En la sede de PETA, el exhausto gatito de 8 semanas se bañó con agua tibia y comió todo lo que quiso antes de acurrucarse y tomar una necesaria siesta.
El personal lo llamó Miguel Ángel (también conocido como “Mikey”) en honor a otro famoso habitante de las alcantarillas. Hoy, Mikey está viviendo felizmente en su hogar permanente.
2. Lady/Wolfie:
Su nombre era Lady, pero no la trataban como tal. Lady estaba encadenada afuera durante las 24 horas del día en un espacio lleno de lodo que se inundaba hasta los tobillos cuando llovía.
PETA le había brindado previamente el único refugio disponible para ella: una casa aislante para perros proporcionada a través de nuestro programa de casas para perros.
Los trabajadores de campo de PETA visitaban a Lady con frecuencia, pero detectaron que no había juguetes nuevos, galletas para perros, cama de paja ni cariños en las orejas que pudieran reemplazar un hogar con una familia cariñosa y preocupada. Notaron que el confinamiento solitario comenzó a afectar emocionalmente a Lady. Se agachaba aterrorizada, incapaz de reunir el coraje para levantarse cuando la visitaban. En algunas ocasiones, se negaba a salir de su perrera, sin importar cuán amables fueran los trabajadores de campo o qué tipo de regalos le trajeran. Los trabajadores de campo temían que si esto se prolongaba, Lady podría quedar tan marcada emocionalmente que nunca volvería a confiar en las personas. Pero se negaron a rendirse.
Un día glorioso, el “guardián” de Lady finalmente accedió a permitir que PETA la colocara con una familia que la trataría con amor y amabilidad. El mundo entero de Lady cambió. Se recuesta en el sofá, lleva a sus compañeros humanos a caminar e intercambia dulces besos con miembros de la familia. Su nueva vida llegó con un nuevo nombre: su familia la llamó Wolfie. Wolfie ha recorrido un largo camino y finalmente está en el hogar feliz y saludable que se merecía desde el principio.
3. Mingo
Durante siete años, los trabajadores de campo de PETA visitaron a Mingo, una golden a la que nunca se le permitía salir de un estrecho recinto metálico de 6 pies por 10 pies. PETA le construyó una casa para perros para brindarle al menos algo de protección contra los elementos de la naturaleza.
Mingo estaba confinada en ese deprimente espacio de tierra sin amor, atención, ejercicio o comodidad. El escaso bienestar que tuvo durante su extenso cautiverio (juguetes, galletas para perros, cama de paja, agua fresca, cariños detrás de las orejas) fueron proporcionadas principalmente por trabajadores de campo de PETA. Le suplicaron a su “guardián” que tuviera piedad y liberara a Mingo de su prisión de malla metálica. El hombre se negó. Pero los trabajadores de campo de PETA nunca perdieron la esperanza.
Cuando la salud de Mingo comenzó a decaer, su dueño finalmente le dio autorización a PETA para darle una vida mejor. Pero su libertad casi llegó demasiado tarde: un examen veterinario reveló que padecía dirofilariasis y un posible cáncer de hígado en etapa temprana.
La enfermedad hepática de Mingo puede ser terminal, pero ella no tiene idea de que tiene sus días contados. En su nuevo hogar con el trabajador de campo de PETA que negoció su liberación, está celebrando todos los días, disfrutando de la dulce vida de las siestas en el sofá, dando paseos por el vecindario y conociendo nuevos amigos. También le encantan los paseos en auto con las ventanas abiertas.
4. Missy
Los trabajadores de campo visitaron a Missy durante muchos años. La dulce y solitaria perra soportó veranos abrasadores e inviernos duros confinada en un pequeño corral lleno de basura desde el que apenas podía ver algo a su alrededor. Vivía para las visitas de sus amigos del Proyecto Comunitario para Animales de PETA (CAP).
Los trabajadores de campo se aseguraron de que Missy fuera esterilizada cuando era una cachorra, le dieron una casa para perros, limpiaron su corral sucio y la colmaron de afecto. Pero la vida al aire libre todavía tiene sus peligros: durante la visita del personal de CAP notaron que había perdido peso. Le hicieron la prueba de dirofilariasis y los resultados fueron positivos. Hablaron con el anciano dueño de Missy sobre sus necesidades médicas y finalmente permitió que PETA se la llevara.
Missy recibió su primer baño en el refugio de PETA y mientras se acurrucaba en su suave cama. Esta chica enérgica ahora está pasando los años que le quedan dentro de casa, rodeada de una familia amorosa.
5. Samson
Mientras estaba atrapado en una jaula en Envigo, un enorme criadero de beagles que suministraba perros a los laboratorios para usarlos en experimentos horribles, Samson fue utilizado como una máquina de reproducción. Era tímido con los humanos porque a menudo lo mojaban con una manguera de alta presión.
Samson es uno de los innumerables beagles cuya triste y solitaria existencia fue documentada en la investigación de PETA sobre Envigo. Cuando Samson fue liberado, necesitaba atención inmediata por una terrible infección de oído y más de una docena de dientes enfermos. Pero después de la atención médica, recibió su primera cómoda cama de felpa, sus divertidos juguetes nuevos y sus primeros momentos en un ambiente seguro y tranquilo.
Samson fue adoptado en un hogar amoroso con personas que le muestran bondad y respeto. Está aprendiendo a jugar con otros perros y le encanta explorar. Samson está olfateando nuevos olores, observando ardillas y pájaros y acurrucándose en el sofá con su familia.
Hasta que las personas esterilicen y castren a sus animales de compañía y dejen de comprar animales en tiendas y a criadores, la falta de hogar para los animales y el sufrimiento resultante continuarán.
¿Te comprometes a no comprar nunca y a firmar nuestra petición? ¡Gracias!