A todos los veganos les ha pasado que revisando los ingredientes de los alimentos se preguntan: “¿Por qué demonios esto contiene leche?”
Se debe a que EE. UU. está inundado de “productos” lácteos excedentes y está agotando todas las opciones posibles para utilizarlos. Sin embargo, según informes, las ventas en EE. UU. están bajando continuamente y se espera que caigan un 11 por ciento para 2020 – y creemos que ese es un cálculo conservador.
America is drowning in milk that nobody wants. Consumers are turning away from dairy, and farmers are feeling the pain. https://t.co/vs8KaiEZOK
— Bloomberg (@business) October 20, 2018
La industria láctea está tan mal que cualquier cese en la producción significa ansiedad para los granjeros. Cuando una importante planta de yogur en Nueva York cerró por solo una semana alrededor del 4 de Julio, los granjeros no tuvieron a dónde enviar su leche y botaron lo que no pudieron usar en la producción. Solamente en ese mes, los granjeros en el noreste de EE. UU. tiraron casi 24 millones de libras de leche no deseada.
En lugar de permitir que las fuerzas del mercado regulen esta estancada industria, las empresas y el gobierno están haciendo todo lo que pueden para mantener la producción de leche.
El comisionado del Departamento de Agricultura y Mercados del estado de Nueva York, Richard A. Ball, dijo que aunque hay un gran desperdicio en la industria láctea, los granjeros se niegan a producir menos. Mientras que organizaciones respaldadas por la industria trabajan para abastecer en exceso de leche en polvo y otros “productos” lácteos a los consumidores, el estado de Nueva York planea invertir $250 millones de dólares en esfuerzos de producción para compensar el excedente.
Detrás de cada taza de yogur y vaso de leche hay una vaca en duelo y el becerro que le fue arrebatado poco después de haber nacido.
A pesar de la decadente demanda de “productos” lácteos, las vacas son preñadas constantemente para maximizar la producción de leche. Los becerros son arrebatados de sus madres a las pocas horas o días de su nacimiento, para que la leche destinada para ellos pueda ser, en cambio, consumida por los humanos. Por lo general, los terneros son enviados al matadero para la industria cárnica, mientras que las becerras sufren el mismo destino que sus madres: inseminación forzada repetidamente hasta que su producción de leche disminuya, momento en el cual son enviadas al matadero.
What’s hiding in that glass of milk? pic.twitter.com/FnY0j9cDWu
— PETA: Turkeys are killed at 6mo, don’t eat babies (@peta) December 21, 2017
Además de contribuir al horrendo sufrimiento de seres pensantes y sufrientes, el consumo de leche de vaca ha sido relacionado con un riesgo elevado de sufrir accidentes cerebrovasculares y desarrollar todo tipo de afecciones, desde cáncer hasta enfermedades cardíacas y diabetes. Los investigadores creen que el declive de la industria láctea se puede atribuir, en parte, a la creciente conciencia de los consumidores sobre lo poco saludable que es la leche de vaca y su deseo de mejores opciones. Las leches de soya fortificadas, por ejemplo, contienen altos niveles de nutrientes esenciales como calcio, vitamina D, proteínas y vitamina B12, sin el colesterol, las hormonas o la crueldad de los “productos” lácteos.
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