Mutilada, apuñalada, pateada y golpeada: Esta es la vida de una oveja

Si usas lana, tienes que leer sobre mi vida y entenderás que ese material es el resultado de un horrible maltrato.

Yo soy una de los 80 millones de ovejas en Australia, el mayor exportador de lana del mundo. Sin importar de dónde seamos, nuestras vidas en esta cruel industria están llenas de sufrimiento y dolor.

Cuando era apenas un cordero, me perforaron las orejas y me cortaron la cola—a los corderos machos de la granja, los castraron sin ningún alivio para el dolor.

Me criaron para tener la piel arrugada, de modo que produciré más lana. Con mi pelaje, antinaturalmente tupido, los veranos son insoportables, y muchos de mis amigos han muerto por el calor.

Pero también he tenido parientes que han muerto congelados porque fueron esquilados prematuramente y estuvieron expuestos al frío.

Nuestra piel arrugada y pelaje grueso a menudo atrapan la humedad. Esto atrae moscas, quienes ponen huevos en los pliegues de nuestra piel y los gusanos nos comen vivos. Para prevenir estas infecciones causadas por moscas, los granjeros nos sujetan y nos cortan grandes trozos de piel, a este proceso le llaman ‘mulesing’.

Cuando nos esquilan, los trabajadores son tan bruscos, que nos cortan la piel con sus tijeras. Las peores y más profundas heridas son cosidas vilmente con aguja e hilo—sin medicamento contra el dolor.

Cuando intentamos escapar, los esquiladores nos azotan contra el suelo, nos golpean violentamente en la cara, nos pisotean y se paran sobre nuestros cuellos. Debido a que les pagan por el número de ovejas esquiladas, trabajan muy a prisa, sin importarles nuestro bienestar. Nos golpean y pinchan con sus esquiladoras eléctricas, o con lo que sea que tengan a la mano. Algunos de mis amigos han muerto mientras eran esquilados.

Cuando las ovejas más viejas empiezan a perder lana, los granjeros las envían al matadero. He escuchado sobre lo horrible que puede ser ese viaje. Cada año, millones de ovejas son hacinadas en espacios tan pequeños que se tropiezan y pisotean las unas a las otras. Las obligan a permanecer de pie sobre sus propios deshechos, y muchas se enferman o mueren, ya sea por heridas, agotamiento, deshidratación, inanición o infección.

Si sobrevivimos el horrible trayecto, seremos asesinadas—a plena vista de todas las demás ovejas que esperan a sufrir el mismo final—a menudo seguimos conscientes y podemos sentir dolor.

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A cada minuto de nuestra vida, somos tratadas como objetos inanimados, y no como los seres complejos, sociales y sensibles que somos.

Por favor sálvanos escogiendo no usar prendas de ropa hechas de lana.

Deja la lana en la tienda y opta, en su lugar, por materiales que son amigables con las ovejas, y que además son cálidos, cómodos y más fáciles de encontrar que nunca—significaría muchísimo para millones de ovejas.

¿Quieres hacer más por las ovejas? Comparte ahora mismo el primer video exposé de PETA sobre la industria de lana en Australia con tus amigos y familiares, y pídeles que nunca compren lana.

YO QUIERO UNA VIDA MEJOR PARA LAS OVEJAS