Escrito por Alisa Mullins
Carl es un gatito típico. Le gusta perseguir pelotas mullidas y jugar con juguetes colgantes con hilos. Le gusta que le froten las orejas y ronronea ruidosamente en agradecimiento. Le gusta correr entre las piernas de la gente cuando caminan por el cuarto.
Además, es curioso. Así que cuando escuchó ruidos desconocidos provenientes de uno de los cuartos de invitados en el refugio y la sede principal de PETA en Norfolk, Virginia, el Sam Simon Center, tenía que ir a ver qué era.
Al juzgar por la expresión en la cara de Carl, se puede decir que no estaba esperando que fuera una gallina cuando miró a través del vidrio.
No ocurre muy a menudo que tengamos gallinas y gatitos al mismo tiempo en el refugio. Loretta la gallina tuvo suerte cuando los trabajadores de campo de PETA visitaron su hogar para revisar cómo estaban los perros que mantienen encadenados allí y su dueña nos pidió que nos lleváramos a Loretta porque ella ya no podía cuidarla. Loretta descansó en uno de nuestros espaciosos cuartos para invitados –hurgando en la paja, subiéndose a un árbol para gatos (perdón, para gallinas) y comiendo bolas de melón– mientras coordinábamos para enviarla a un santuario.
Carl llegó a nosotros después de ser abandonado como si fuera una caja de decoraciones de navidad rotas, cuando su dueño se mudó de un parque de trailers en la parte rural de Virginia. Afortunadamente para Carl, el gerente del parque de trailers pidió ayuda a PETA cuando se dio cuenta de que Carl ya no tenía un hogar.
¿Tienes como propósito para el nuevo año integrar en tu hogar a un divertido gatito atigrado de 7 meses (quién además ha sido esterilizado y tiene un microchip)? Envía un correo electrónico a [email protected] para tomar el primer paso para cumplir ese excelente propósito.
