Por mucho tiempo hemos sabido que los experimentadores en animales todavía están viviendo en la Edad Media; al fin y al cabo, encierran a nuestros congéneres animales en laboratorios y los someten a experimentos crueles e inútiles antes de matarlos. En un ejemplo atroz, los experimentadores han estado usando ratones manipulados genéticamente como “modelos” para el autismo en humanos. En un importante estudio clínico reciente, se encontró que una hormona probada en ratones, que se pensaba promovía vínculos sociales, no tuvo un “impacto significativo” en niños autistas.
El estudio fue descripto como “un importante revés”, pero estaba destinado a fracasar desde el principio: los niños no son ratones.
El autismo abarca una amplia gama de características, incluyendo diferencias en las habilidades sociales y la tendencia a exhibir conductas repetitivas.
Más de una década de experimentos en animales ha demostrado que los ratones no pueden reproducir los aspectos singulares del autismo en humanos, y la comunidad científica es muy consciente de que usarlos en experimentos no mejorará nuestra comprensión en esta área. No debería requerirse fracasar en innumerables ensayos clínicos para probar que experimentar en ratones no producirá nada de valor para los humanos autistas.
Usar ratones en experimentos para “curar” aspectos del autismo es especista y capacitista.
En sus intentos fallidos de reproducir el autismo en ratones, los experimentadores modifican genéticamente a los animales, les inyectan químicos, dañan sus cerebros o manipulan las bacterias de su estómago, provocándoles menos interacciones sociales y la emisión de vocalizaciones inusuales. Aunque estos ratones modificados genética y experimentalmente no son autistas y, por lo general, los ratones son malos modelos de enfermedades humanas, algunas empresas, como Charles River Laboratories y The Jackson Laboratory, venden estos animales para ser atormentados en experimentos inútiles que a menudo tienen la intención de “tratar” características específicas del autismo.
https://t.co/YUPDYcgPom Oh dear. Some errors in this document about using drugs to 'cure' us of autism. (Well, allegedly cure mice, of alleged autism, but I can understand they're struggling to tell the difference)
— Ann Memmott PGC🌈 (@AnnMemmott) January 15, 2019
I've helped fix their PR paper. pic.twitter.com/GrQy3f4pGM
Estos experimentos no solo son crueles para los ratones, que tienen relaciones significativas, emociones complejas e intereses propios. También perjudican a los humanos neurodivergentes (persona cuya neurología es atípica) al tratar el autismo como un problema que hay que resolver.
Investigación relevante para los humanos: la respuesta para comprender la salud humana
Los ratones y otros animales no son nuestros para experimentar en ellos, y hay muchos métodos de investigación sin animales modernos que realmente pueden ayudar a las personas autistas. Por ejemplo, muchos ensayos clínicos en humanos han producido avances en el diagnóstico temprano, descubriendo y abordando las diferencias en la salud de pacientes autistas y entendiendo cómo el autismo afecta a los adultos. PETA lo ha estado diciendo desde el principio: es hora de reemplazar los arcaicos experimentos en animales por investigaciones modernas y relevantes para los humanos.
El Acuerdo de Modernización de la Investigación de PETA es justo la solución que necesitamos para revitalizar las investigaciones de laboratorio. Ayuda a PETA a reemplazar los crueles experimentos en animales por investigaciones relevantes para los humanos, pidiéndoles a tus legisladores que respalden nuestro programa:
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