Si bien ya existe un montón de evidencia que apunta a la violencia, incompetencia y desconsideración rutinarios dentro de los laboratorios de Oregon Health & Science University (OSHU), PETA ha descubierto aún más sufrimiento animal dentro de las horribles prisiones de animales de OSHU.
Registros federales obtenidos por PETA, revelan violaciones flagrantes y recurrentes a las normas federales de bienestar animal y muestran que los experimentadores y el personal de OSHU, así como también aquellos en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Oregon (ONPRC), claramente son incapaces de brindarles a los monos y otros animales que mantienen cautivos, ni siquiera la protección más básica. Es hora de que sean responsabilizados.
OSHU presume que sus laboratorios “transforman la ciencia todos los días”, pero los registros federales muestran que la misma gente a la que celebra en esos laboratorios, ha hecho lo siguiente:
- No notaron que un mono había escapado durante el traslado de dos monos a un recinto distinto (el mono joven quedó atrapado entre una pared y una hilera de jaulas y murió).
- No notaron que dos monos habían quedado encerrados dentro de una jaula con destino a una lavadora a altas temperaturas, donde fueron expuestos a temperaturas de 180 grados y murieron escaldados.
- Hicieron una torpe cirugía cerebral, cortando el cráneo de un mono tití inadecuadamente (el mono fue privado de atención veterinaria por días y desarrolló una infección cerebral. En 2020, otro mono sufrió el mismo destino).
- Mataron a 12 ratones tras no colocar una jaula adecuadamente, causando una filtración en la válvula de agua que inundó la jaula y todos los ratones que se encontraban dentro se ahogaron.
- Permitieron que cuatro ratones murieran por deshidratación al no notar que no tenían acceso al agua.
- Le negaron analgésicos y antibióticos a un mono.
- No administraron una segunda dosis de analgésicos a 12 monos durante una recolección de fluido de médula cerebral.
Los registros muestran que OSHU ni siquiera puede controlar a sus propios experimentadores.
Varios experimentadores se desviaron de los protocolos previamente aprobados por el propio comité de la universidad encargado de asegurar que se cumpla con las normas mínimas de bienestar animal para los animales usados en experimentos que causan dolor y casi siempre culminan en la muerte de los animales. Un experimentador hizo que se suspendieran dos protocolos tras varios incidentes recurrentes de incumplimiento. Más tarde fueron reincorporados.
Los registros muestran que un hurón fue sometido a eutanasia después de que una cirugía cerebral experimental saliera mal, causando “complicaciones anatómicas inesperadas”, que no fueron descritas con mayor detalle. El mismo experimentador usó métodos no aprobados y materiales inapropiados para llevar a cabo la eutanasia, almacenó materiales esterilizados en contenedores sin esterilizar, no documentó la capacitación del personal del laboratorio y no se aseguró de que se cumpliera con los requisitos de salud ocupacional. El experimentador tampoco mantuvo registros veterinarios ni notificó al personal veterinario como lo indica el protocolo, cuando los animales necesitaban atención veterinaria.
No existe ningún motivo por el que siquiera uno solo de estos dolorosos incidentes, muchos de ellos mortales, debió haber ocurrido, sin embargo, la cultura dentro de los laboratorios de OSHU –que han recibido mas de $1.5 mil millones de dólares en dinero de los contribuyentes de parte de los Institutos Nacionales de Salud desde 2018– aparentemente fomenta una despiadada desconsideración tanto por los animales como por las normas.
OSHU debe empezar a tomar estos problemas con seriedad y a instituir una política de tolerancia cero para experimentadores y su personal que no cumplan con las regulaciones de bienestar animal o con las directrices del personal veterinario, además de una política de tolerancia cero al personal que no ofrezca comida, agua o refugio adecuados a los animales.