La siguiente es una publicación escrita por un invitado: el erudito religioso Keith Akers.
“El Jesús histórico habría rechazado por completo la tortura y matanza informal de animales”.
Esta práctica de la compasión era bastante evidente en la iglesia primitiva, pero luego se perdió cuando el cristianismo se extendió por todo el imperio romano.
¿Qué significa esto en la práctica de la compasión por Jesús? Las definiciones de veganismo varían, pero el concepto básico es no matar ni lastimar a ninguna criatura sensible, especialmente para comerla. No hay una palabra para “vegano” en el griego o el latín antiguos. De hecho, tampoco había una palabra en inglés, antes de que se formara la primera sociedad vegana —The Vegan Society— en 1944. Pero el concepto estaba presente incluso en la antigüedad. Este es más o menos análogo al término “ahimsa” del sánscrito antiguo, encontrado en religiones orientales como el budismo y el hinduismo, y que se refiere a no lastimar a las criaturas sensibles. El veganismo no se trata de pureza; se trata de compasión, “la cual busca excluir, en la medida de lo posible y practicable, todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales para alimentarse, vestirse o cualquier otro propósito”, como dice The Vegan Society.
¿Jesús era vegano?
Los evangelios canónicos son contradictorios y no nos ayudan mucho. Jesús dice que Dios no se olvida ni siquiera de un gorrión; pero Jesús también alimenta con peces a cinco mil seguidores. El Seminario de Jesús, representante de una erudición confiable, concluyó que muy pocas de las palabras atribuidas a Jesús en los evangelios son históricas de todos modos. Pero si dejamos de lado los evangelios, ¿a dónde más podemos acudir?
En un artículo breve, no podemos discutir esta cuestión con la minuciosidad que merece. (Para una discusión extensa, favor ver mis libros The Lost Religion of Jesus y Disciples). Sin embargo, podemos discutir tres puntos claves relacionados con este problema: (1) la controversia sobre el vegetarianismo en la iglesia primitiva, (2) el testimonio del cristianismo judío y (3) la crítica de Jesús al sacrificio de animales. Todos estos apuntan a una sola conclusión: Jesús y los primeros cristianos rechazaban la violencia contra los animales, pero la iglesia posteriormente abandonó esta enseñanza.
“Jesús y los primeros cristianos rechazaban la violencia contra los animales, pero la iglesia posteriormente abandonó esta enseñanza”.
Controversias en la Iglesia primitiva
Las controversias sobre el consumo de carne y el sacrificio de animales en la iglesia primitiva indican que la práctica de la compasión por los animales era parte de las enseñanzas originales de la iglesia primitiva, pero se perdió cuando la iglesia se extendió al resto del imperio romano. Las cartas de Pablo, escritas por un miembro y testigo ocular de la iglesia primitiva, nos dan la mejor explicación de este proceso. Pablo y el liderazgo de la iglesia primitiva de Jerusalén estaban en fuerte desacuerdo sobre este tema.
Las cartas de Pablo nos presentan los dos argumentos de la discusión. También se encuentran en Gálatas 1–2, Romanos 14 y 1 Corintios 8–10. En general, Pablo cree que, si bien el vegetarianismo está bien (e incluso él mismo parece ser vegetariano), no debería ser un requisito para todo el movimiento.
En Gálatas 1–2, Pablo describe su airada disputa con Santiago, Pedro y Juan. No está claro de qué se trata el desacuerdo, pero tiene algo que ver con la comida (la “mesa de los gentiles”). En Romanos 14 y 1 Corintios 8-10, Pablo es más claro; las controversias sobre la comida tienen que ver con el sacrificio de animales y el consumo de carne. Él sostiene que está perfectamente bien comer carne, incluso carne sacrificada a ídolos paganos, pero también aconseja la diplomacia en el trato con los vegetarianos.
Pablo no habría planteado este problema, a menos que alguien estuviera comiendo solo verduras y estuviera planteando asuntos de conciencia acerca de comprar en las carnicerías. Sin embargo, la declaración de Pablo indica algo más. Lo más probable es que Pablo estuviera hablándoles a los corintios adinerados que podían permitirse comer carne con regularidad.
El antiguo imperio romano era muy injusto y la mayoría de la gente vivía a nivel de subsistencia. La mayoría de las personas en el antiguo mundo del Mediterráneo eran veganas la mayor parte del tiempo; era todo lo que podían permitirse (véase Andrew McGowan, Ascetic Eucharists, pp. 35–45). El consumo de carne o el acceso a cualquier producto animal, como queso o huevos, habría sido una perspectiva ocasional solo para los ricos. Estas eran las personas que podían permitirse este tipo de “lujo” de forma regular.
El movimiento cristiano originario fue un movimiento de y para los pobres. Pero con Pablo, el mensaje había empezado a penetrar más allá de los primeros oyentes de Jesús y llegar a las clases más ricas. Esto fue tanto un presagio del eventual éxito del cristianismo como un indicador de que el mensaje radical original se estaba perdiendo lentamente.
Pablo sabe que esto es controversial. Así que, en los inicios de la iglesia, aconseja a los romanos que tengan cuidado de no ofender a los que son quisquillosos con la comida:
Nada es impuro en sí mismo, pero es impuro para el que piensa que lo es… No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En verdad, todas las cosas son limpias, pero es malo que alguien haga caer a otros con lo que come; bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que haga tropezar a tu hermano. (Romanos 14:14, 20-21)
De hecho, Pablo escribe a los corintios que está dispuesto a abstenerse de comer carne, no por un asunto moral, sino solo para evitar escándalo:
Si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, yo [Pablo] no comeré carne jamás. (I Corintios 8:13)
Para los adversarios de Pablo, renunciar a la carne no era solo una elección personal. Era parte del mensaje del evangelio: buenas noticias para los animales. De modo interesante, hay una cosa que Pablo no dice. Él nunca dice que el mismo Jesús comía carne. En los tiempos en que Pablo escribió, vivían muchas personas que habían conocido al Jesús terrenal. Si Jesús hubiera comido carne, Pablo podría haber resuelto la discusión en un instante: “¿Cómo puedes objetar el consumo de carne, cuando nuestro Señor mismo comió carne?”
“Si Jesús hubiera comido carne, Pablo podría haber resuelto la discusión en un instante: “¿Cómo puedes objetar el consumo de carne, cuando nuestro Señor mismo comía carne?”
Pero Pablo nunca usa este argumento. Lo más probable es que se deba a que era bien sabido que Jesús no comía carne. Pablo solo se oponía a que la práctica de Jesús fuera una regla para todos los cristianos; algo parecido a su opinión de no hacer del celibato una regla para todos los cristianos.
El testimonio del cristianismo judío
Avancemos rápidamente y observemos la situación dentro de la iglesia primitiva en los siglos II, III y IV. Los cristianos judíos o ebionitas (ebjonim = “pobre” en hebreo) fueron los primeros cristianos, leales a la ley judía, tal como la interpretó Jesús. También despreciaron a Pablo, rechazaron el sacrificio de animales y no comían carne. En otras palabras, heredaron los puntos de vista de los adversarios vegetarianos de Pablo de la iglesia primitiva.
Conocemos a los judíos cristianos o ebionitas de varias fuentes: fragmentos de su evangelio, descripciones de sus creencias por los primeros padres de la iglesia, quienes atacaron sus ideas, y dos documentos primitivos escritos por judíos cristianos o fuertemente influenciados por ellos: las Homilías Clementinas y los Reconocimientos (de Clemente de Roma).
Los ebionitas dijeron que Jesús había venido específicamente para abolir los sacrificios de animales. Los ebionitas eran vegetarianos y se negaban a comer carne. Comer “carne muerta” es comer en la mesa de los demonios (Homilías 7.4, 7.8), y en las Homilías y Reconocimientos se aconseja a los seguidores de Jesús evitar comer en la mesa de los demonios. Despreciaron a Pablo, considerándolo un apóstata de la ley y se identificaron con los adversarios de Pablo de la iglesia primitiva: Santiago, Pedro y Juan. Creían que Santiago, el hermano de Jesús, (no Pedro) era el líder de la iglesia primitiva. Santiago fue reconocido universalmente como un vegetariano estricto y, de hecho, fue criado como vegetariano (Eusebio, Historia de la iglesia 2.23.5–6).
Los puntos de vista de Santiago probablemente fijaban las normas en el cristianismo primitivo. Santiago también se negaba a usar lana, así que esto era más que solo una cuestión de dieta. Los primeros cristianos rechazaban las exhibiciones públicas y matanzas de animales en el Coliseo Romano, que a veces presentaba el combate contra muchos animales y la matanza de estos (y de humanos). Objetaron “la locura del circo” y “las atrocidades de la arena” (Tertuliano, Apología 38). Tertuliano señala que los cristianos “ni siquiera tienen sangre de animales en sus platos de alimentos simples y naturales” (Apología 9), juntando las objeciones contra la matanza de animales y contra la matanza de personas en una sola visión de no violencia.
“Tertuliano señala que los cristianos ‘ni siquiera tienen sangre de animales en sus platos de alimentos simples y naturales’ (Apología 9), juntando las objeciones contra la matanza de animales y contra la matanza de personas en una sola visión de no violencia”.
Actos de Jesús por los animales
Para los pobres, que no podían permitirse comer productos de origen animal en primer lugar, la principal “tentación” de comer carne habría llegado en tiempos de fiestas, cuando la gente común habría tenido acceso a la carne de los sacrificios. Esto hace que el punto de vista cristiano judío que se opone al sacrificio de animales sea bastante significativo. En el evangelio de los ebionitas, Jesús indignado rechaza la carne de la Pascua y critica el sacrificio de animales, diciendo:
He venido para abolir los sacrificios y, a menos que dejen de sacrificar [animales], no detendrán mi ira. (Epifanio, Panarion 30.16.5).
¿Esta descripción describe con precisión a Jesús? Uno de los pocos incidentes encontrados en los cuatro evangelios es que Jesús sí trató de “abolir los sacrificios”:
Y entró Jesús en el templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. (Mateo 21:12, Marcos 11:15-17, Lucas 19:45-46 y Juan 2:13-17)
Juan sitúa el incidente en el templo en un momento diferente, pero explica con más detalles el evento en sí:
Y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Y haciendo un látigo de cuerdas, los echó a todos fuera del templo, junto con las ovejas y los bueyes; y arrojó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. Y dijo a los que vendían palomas: “Quitad esto de aquí; y no hagáis de la casa de mi Padre, casa de mercado”. (Juan 2:14-16)
La ira de Jesús se dirige específicamente a los compradores y vendedores de animales. El efecto práctico de esta confrontación fue la interrupción del negocio del sacrificio de animales: correr a los animales que iban a ser sacrificados, así como a quienes los estaban comprando o vendiendo. “Purificar el templo” fue un acto de liberación animal.
Las controversias entre Pablo y el liderazgo de la iglesia primitiva muestran que el trato a los animales era un tema candente. Los ebionitas o cristianos judíos preservaron mejor las posturas de la iglesia primitiva y estaban inequívocamente en contra del consumo de carne y el sacrificio de animales. Finalmente, la interrupción del negocio del sacrificio de animales en el templo por parte de Jesús muestra que Jesús no solo creía en este principio, sino que estaba dispuesto a morir por él. Fue este incidente el que condujo a su arresto y crucifixión.
“La interrupción del negocio del sacrificio de animales en el templo por parte de Jesús muestra que Jesús no solo creía en este principio, sino que también estaba dispuesto a morir por él. Fue este incidente el que condujo a su arresto y crucifixión”.
Este acto demuestra la compasión de Jesús por los animales más claramente que cualquiera de las enseñanzas de la iglesia moderna. En términos modernos, Jesús era vegano. Si queremos ser fieles al espíritu de las enseñanzas de Jesús, es nuestra misión llevar este mensaje de compasión a todas partes.
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Keith Akers ha estado hablando y escribiendo sobre el vegetarianismo y la vida vegana durante cuatro décadas. Es autor de A Vegetarian Sourcebook (Putnam’s, 1983), The Lost Religion of Jesus (Lantern, 2000) y Disciples (Apocryphile Press, 2013). Actualmente es organizador de la reunión de veganos de Denver y está trabajando en un libro que relaciona la vida vegana con asuntos ambientales. Esta es la dirección de su blog: https://www.compassionatespirit.com.