El “santuario” Big Cat Habitat and Gulf Coast en Sarasota, Florida, nada tiene que ver con un verdadero santuario de animales. Un testigo de PETA vio cuando jalaban bruscamente a un chimpancé por la correa alrededor de su cuello, a grandes felinos obligados a hacer trucos amenazados con un látigo, a camellos con solo agua verde putrefacta para beber y a muchos animales confinados en pequeñas jaulas lamentables mientras los turistas los miraban embobados y les daban comida con palos a través de cercas de alambre.
Este destartalado zoológico de carretera pertenece a la familia Rosaire y es operado por ellos, que son expositores tristemente célebres por usar animales en actos abusivos de circo y por acumular una cantidad de citaciones por violaciones a la Ley Federal de Bienestar Animal. Dos miembros de la familia siguen acarreando osos por todo el país para actuaciones. Incluso hay una carpa de circo en terrenos del zoológico de carretera donde los visitantes que pagan otro ticket pueden ver más animales siendo obligados a actuar.
Uno de los animales más tristes en Big Cat Habitat es un chimpancé llamado Chance. Fue arrancado a su madre cuando tenía apenas 6 meses de vida, y fue vendido por un criador en Missouri a un propietario privado en Carolina del Norte como “mascota”. Poco tiempo después, los Rosaire compraron a Chance y comenzaron a entrenarlo para actuar. Fue alquilado para la película El lobo de Wall Street, y durante años lo obligaron a realizar trucos jalándolo de una correa alrededor de su cuello, como muestra este video.
Durante la actuación de Chance, el testigo de PETA escuchó que Pam Rosaire le gritaba al chimpancé: “¡No! ¡Hazlo de vuelta! ¡Hazlo bien!“. Y lo jalaba reiteradamente de la correa hacia atrás, obligándolo a adoptar una postura humana en dos pies. El chimpancé respondió usando sus manos para tirar de la cadena que parecía ahorcarlo. Pam le dijo a la audiencia que él hacía “una pose de fisicoculturista” para presumir frente al público. Durante la actuación, Chance tuvo que jugar al baloncesto y hacer reiteradas volteretas y otros trucos humillantes, todo estando atado.
En el mismo show, Clayton Rosaire obligó a un tigre blanco y a un ligre (un híbrido de león y tigre) a hacer trucos, como saltar a través de aros de luces rojas. Le dijo a la audiencia que la familia entrena a grandes felinos para saltar a través de aros de fuego obligándolos primero a atravesar aros con luces. Luego los trucos ridículos se vuelven más peligrosos y aterradores. Clayton sostuvo un látigo durante toda la actuación. Si bien la audiencia nunca vio que azotara a los animales, es probable que lo obedecieran porque sabrían lo que les sucedería después si no lo hacían.
Otro miembro de la familia Rosaire obligó a aves exóticas a realizar trucos, como montar en patinete.
Y se proyectó un video de dos minutos en el que Kay Rosaire le dice al público de no apoyar a las organizaciones de derecho animal porque los exhibidores de circo son los reales defensores de los animales.
Tras el espectáculo, un tigre llamado Barry White fue obligado a ingresar dentro de una pequeña caja cerrada transparente en la que tuvo que sentarse mientras los visitantes se amontonaban a su alrededor para sacar fotos. En 2017, un testigo de PETA documentó que el tigre tenía grandes callos en sus piernas delanteras, probablemente como resultado de vivir sobre un piso de concreto, y se chupaba la cola, siendo este un comportamiento de autoagresión.
Cuando los animales no son obligados a actuar, están encerrados dentro de recintos miserablemente pequeños prácticamente desolados. Los turistas golpean las cercas, hacen ruidos extraños y se ríen de los animales, además de poner pedazos de comida en palos para metérsela a la fuerza en sus rostros. Los osos recibían hot dogs y pasteles.
Un mono capuchino frotaba reiteradamente un objeto duro contra los barrotes de su jaula de un lado al otro, lo cual es una señal de angustia.
A los guacamayos les faltaban plumas en el pecho, probablemente por autoagresión debido al estrés.
Los grandes felinos estaban confinados dentro de recintos de concreto con acceso a un suelo más natural y agua para refrescarse solo de forma periódica. Cuando estaban afuera, mordían las plataformas de madera en sus recintos, que es a menudo una señal de frustración y estrés. Si la madera estaba tratada con productos químicos para resistir a la intemperie, su ingesta podría ser poco saludable y peligrosa para los animales.
Un jabalí rojo de río no parecía estar albergado con ningún miembro de su especie para hacerle compañía.
Camellos y cabras solo tenían agua verde putrefacta para beber.
Los Rosaire frecuentemente les decían a los visitantes que operaban un “santuario” y pedían donaciones de forma reiterada. Clayton dijo que si la gente preguntaba por qué los recintos de los animales no eran más grandes, podían donar dinero para que se pudieran construir hábitats más grandes. Sin embargo, Big Cat Habitat declaró $1.539.800 libres de impuestos en 2017, el último año con datos disponibles. Ese monto no incluye las otras actividades de la familia, como la operación del circo itinerante y el alquiler de animales.
El “santuario” Big Cat Habitat and Gulf Coast es el infierno en la tierra para los animales atrapados allí y obligados a realizar trucos humillantes para audiencias de risitas disimuladas bajo la amenaza del castigo físico. Por favor, no pagues una entrada para este ni para ninguna otra colección sórdida de animales de carretera. Y diles a los Rosaire que ya han explotado animales durante mucho tiempo y que es hora de que los jubilen en verdaderos santuarios respetables.
Transladen a los Animales a Instalaciones Respetables