Por Jennifer O’Connor
Con una nueva prohibición federal a las exhibiciones de animales en cautiverio que entrará en vigor este verano, PETA ha unido fuerzas con Dolphin Project, AnimaNaturalis, Mexiconservación y Animal Heroes para enviar una queja formal a las autoridades federales mexicanas y de Quintana Roo, pidiéndoles la finalización de los espectáculos que obligan a los animales marinos en cautiverio a realizar trucos de circo y a interactuar con humanos en delfinarios que son imanes para los turistas.
El nuevo fallo federal respalda otras leyes existentes de protección animal y una prohibición local de los circos en Quintana Roo. Sin embargo, a pesar de que el estado proscribe el uso de fauna silvestre para diversión, exhibición, manejo, adiestramiento y entrenamiento en circos, los delfinarios siguen funcionando en Cancún, en Cozumel y en otras ciudades de Quintana Roo. Estos establecimientos mantienen a los delfines en condiciones estresantes, desoladas y a menudo de hacinamiento, mientras también los obligan a realizar trucos y a participar en los programas de “nado con delfines”.
En la vida silvestre, los delfines nadan hasta 60 millas diarias y viven en un ambiente rico en vida marina. Los delfines viven naturalmente en manadas familiares y tienen la posibilidad de jugar, elegir con quién aparearse y salir en busca de su propio alimento. En 2010, un grupo de científicos que estudiaba la gran inteligencia de los delfines recomendó que los animales deberían ser tratados como “personas no humanas”. Pero los delfines mantenidos en cautiverio son separados de sus familias y confinados a pequeños tanques, donde solo pueden nadar continuamente en círculos. Con frecuencia se atacan entre ellos debido a la frustración ya que su sonar rebota en los muros de concreto de los tanques. La mayoría de los delfines cautivos viven apenas la mitad del tiempo que los delfines silvestres, y los químicos utilizados en los tanques a menudo les causan enfermedades en la piel y en los ojos. Se ha reportado que ciertos establecimientos en México usan delfines capturados en violentas “cacerías de arrastre”, como las descritas en la película galardonada con un Oscar, The Cove.